Por Paola Espejo Aubá, vicerrectora Universidad de Las Américas Sede Viña del Mar
Marzo nos invita a reflexionar y revisar lo que hemos hecho en materia de equidad de género en nuestro país. Es verdad que existen grandes avances como sociedad respecto de la igualdad de derechos, la realidad de quienes viven la violencia siendo mujeres, los esfuerzos por lograr la autonomía económica y el desarrollo de liderazgos femeninos; no obstante, el camino aún se ve largo y dificultoso.
Nos falta establecer una sociedad que deje de reproducir roles de género estereotipados en todos los ámbitos, deconstruirnos para construir un país donde el lenguaje, el trato y las imágenes a las que nos vemos expuestos no transmitan mensajes que perpetúen estos modelos. Debemos avanzar a pie firme en la defensa de los derechos de las mujeres en ámbitos civiles, laborales y penales; y promover los cargos en la alta dirección, que continúan siendo una rareza que dista mucho de la normalidad esperada.
En este contexto, la labor de la academia, de las Universidades y la educación en general, es crucial. Tenemos un deber y una oportunidad de cambiar este paradigma a través de la educación y la formación de futuros y futuras profesionales. La formación de mujeres líderes debe ser una prioridad, su presencia en áreas dominadas históricamente por hombres depende de las oportunidades que les entreguemos en materias educativas. Muchas Universidades en el mundo han potenciado, a través de becas especiales, la matrícula femenina en carreras denominadas STEM, por sus siglas en inglés, y que corresponden a disciplinas relacionadas con ciencias, tecnología, ingeniería y matemática.
En economía y negocios, la presencia de mujeres también sigue siendo menor a la de los hombres. La promoción de actividades deportivas que estaban orientadas exclusivamente a la población masculina es otro de los avances en las Universidades; la participación de mujeres en organizaciones estudiantiles, centros de alumnos, federaciones, grupos de especialidad y colectivos, es otra forma de abrirnos camino en un mundo que hasta hace poco tiempo era liderados por hombres.
No seamos constructoras de nuestro propio techo de cristal, no nos fijemos nosotras mismas los límites, porque verdaderamente no los hay. Honremos con esta actitud a aquellas mujeres de la academia, precursoras y visionarias,como Eloísa Díaz y Ernestina Pérez, las primeras mujeres médicos; Celinda Reyes y Amanda Labarca, quienes lograron la ley Maza de 1925, que permitió a las mujeres casadas administrar su salario; Felisa Vergara, la misma Amanda Labarca y Elena Doll, quienes crearon el Comité Nacional Pro Derechos de la Mujer; Inés Enríquez, elegida la primera mujer parlamentaria de nuestro país; y Gabriela Mistral, profesora, poeta y diplomática, Premio Nobel de Literatura, considerada una de las primeras referentes de la poesía femenina universal; como así también muchas otras mujeres que han hecho historia en Chile.
Hemos avanzado, pero debemos seguir aportando desde nuestros espacios, con fuerza femenina, sin miedo, marcando presencia, siendo profesionales, madres, hermanas, líderes de una nueva sociedad.