Eduardo Santa Cruz Grau, investigador del Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la Universidad de Playa Ancha (UPLA) y doctor en Educación y sociólogo, se incorporó a trabajar en la segunda fase de la Mesa Social COVID-19 en Educación.
A fines de abril, dicha mesa, coordinada por la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chile, presentó un documento con recomendaciones generales enfocadas en tres áreas: Bienestar de las comunidades escolares; Priorización curricular, ajustes evaluativos y de gestión; y Educación remota.
Propuestas que, como dice el doctor Santa Cruz, buscan enfrentar las consecuencias inmediatas de la pandemia y ofrecer un camino para resituar el trabajo escolar en un contexto complejo e incierto, pero que puede ser una importante oportunidad para pensar sobre qué estamos haciendo en el mundo escolar y modificar lo que sea pertinente.
Apoyo regional
El académico UPLA y del Instituto Interuniversitario de Investigación Educativa (IESED), se integra a esta mesa junto a un grupo de docentes de regiones, para profundizar dichas propuestas, específicamente, en la línea de actores y comunidad escolar, que coordina el director del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Chile, Oscar Aguilera.
De manera particular, expresa Santa Cruz, trabajará en definir propuestas y ofrecer caminos de acción en torno a dos ejes. El primero, relacionado con la necesidad de involucrar al conjunto de los actores de la comunidad en el proceso de repensar la institución en contexto de pandemia. Lograr que los espacios de participación dentro de la escuela sean potenciados y permitan ofrecer respuestas al conjunto de problemas que los aquejan. Allí, por ejemplo, el Consejo Escolar debiera tener un importante protagonismo y ojalá ser resolutivo.
“Una segunda línea tiene que ver con la necesidad de conectar la escuela con el territorio, lo que es particularmente relevante en la educación pública y en los sectores populares. Esto busca mejorar la vinculación de la escuela con el entramado societal que existe a su alrededor. Eso que debiera hacer siempre la escuela hoy se vuelve capital”, precisa.
Lo anterior, agrega el doctor Santa Cruz, tiene sentido, porque enfrentaremos un proceso de empobrecimiento agudo y rápido de muchas comunidades.
“La escuela, por lo tanto, debe conectarse rápidamente con el espacio social que está a su alrededor, para evitar que este proceso no traiga aparejado, además, el crecimiento en la deserción escolar. Por eso se hace necesario enfrentar en conjunto el empeoramiento en las condiciones en las que muchos niños se educan. Enfrentar eso es responsabilidad de la escuela, para lo cual requiere apoyarse en un conjunto de instituciones públicas y organizaciones sociales”.
Prueba SIMCE
En medio de la pandemia del coronavirus, el Ministerio de Educación confirmó que este año 2020 se tomará la prueba SIMCE para medir los conocimientos de estudiantes de Educación Básica y Media.
Al respecto, el académico UPLA cree que las actuales condiciones son un buen momento para repensar el lugar que se le ha otorgado a esta pruebadentro de la educación, ejerciendo una presión desmedida a las comunidades escolares, promoviendo prácticas espurias para mejorar los puntajes y no cumpliendo con el principal propósito que dicen buscar: mejorar la calidad de la enseñanza.
“Si el propósito -como se sostiene- es ofrecer una herramienta que permita diagnosticar a los estudiantes, parece más productivo fortalecer y apoyar a los docentes, quienes en conjunto con las comunidades escolares, pueden diagnosticar de manera situada y conocer el real estado de los aprendizajes de sus alumnos y de cobertura curricular. Es difícil encontrarle una utilidad concreta al SIMCE este año, incluso en su forma diagnóstica, que no sea mantener la ritualidad de hacer una prueba estandarizada todos los años”, sostuvo el investigador Santa Cruz.