Por Álvaro Inostroza Bidart
Las exigencias de imagen para tener éxito en la televisión o en el mundo del espectáculo son despiadadas y pueden provocar historias personales traumáticas cuando no se cumplen estos parámetros, más allá del talento del involucrado.
Esta podría ser una de las tantas interpretaciones de “Nadie Sabe que Estoy Aquí” (2020), cinta dirigida y escrita por cineasta el chileno Gaspar Antillo; que relata la historia de Memo (Jorge García), un niño con un talento vocal innegable; pero que por su obesidad no respondió a los cánones de belleza de los años ’80 para la televisión y el espectáculo chilenos; y le compraron solo su voz, refugiándose en la casa de su tío Braulio (Luis Gnecco), en una isla del Lago Llanquihue en el sur de Chile, donde es redescubierto veinte años después por casualidad.
Antillo, de 37 años, dirige su opera prima e inmediatamente entra por la puerta grande al cine; ya que este filme es producido por Fábula y Netflix y ha obtenido premios importantes. Pero más allá de eso, Antillo logra construir una cinta sutil y plena de logros en el uso del lenguaje cinematográfico. Por ejemplo, la mayor parte de la acción transcurre en los bosques del sur chileno y en la casa de Braulio, una casa de madera con tejas de alerce; donde se crían y se trata la lana de las ovejas, actividad tan tradicional en esa zona del país.
El uso de la cámara en mano y de la iluminación natural, luz de día y luz de vela en la noche; le dan autenticidad no sólo a la vida que se lleva allá, apartada del mundo, sino a los personajes que la practican. En este sentido, Marta (Millaray Lobos), una vecina de Llanquihue que comienza a visitar la casa, está en la misma sintonía y cautiva a Memo de inmediato, transformándose en una catalizadora de su ajuste final de cuentas con ese mundo falso y lleno de artificios de la televisión.
De este modo, su padre, Jacinto (Alejandro Goic) y quien fuera el cuerpo y el nombre artístico que se apropió de su voz, Ángelo Casas (Gaston Pauls)se ven falsos y sus tragedias mínimas, al lado de la frustración que ha tenido que vivir Memo a lo largo de tantos años. La música y el tema central de Carlos Cabezas también son fundamentales en el logro global de esta interesante y lograda cinta; que sin aspavientos logra construir el mundo de un niño sensible y talentoso que fue maltratado por su padre y por el medio.