Son más de mil las unidades de protección médica de alta tecnología que se están comercializando en México luego que un equipo de jóvenes estudiantes creara un traje sustentable que protege de virus y bacterias, lo que constituye una herramienta clave en la atención de salud en contexto de la pandemia por el COVID-19.
Se trata de “MEDU Protection”, un producto diseñado y elaborado por un startup (empresa que se está iniciando) de la cual Andrés Villalón Vega, egresado de Pedagogía en Educación Física de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), es cofundador junto a las estudiantes mexicanas Tamara Chayo, Alix Pérez, Ana Fernanda Villarreal y Natalia Orozco.Andrés Villalón explicó que la característica innovadora de los trajes de protección médica se basa en la sustentabilidad de estos y en la tecnología aplicada en ellos. Es un proyecto que se originó para hacer frente al problema de la contaminación ambiental y déficit de suministros de estos equipos de protección en clínicas y hospitales de Ciudad de México, agravado por la pandemia.
“Nosotros somos productores de indumentaria médica sustentable. Esa ropa que utilizan los profesionales del área de la Salud que trabajan al interior del hospital generalmente es desechable. Nosotros diseñamos una ropa de protección, pero de carácter sustentable, con la capacidad de poder lavarse y reutilizarse en el uso sin perder la calidad de seguridad y protección para el profesional de la salud”, dijo el joven, quien agregó que, en promedio, el personal requiere cuatro trajes normales diariamente.
Su génesis
Todo comenzó cuando el egresado UPLA participó en un programa internacional de emprendedores de alto impacto denominado TREPCAMP, a través de la Beca Santander. Al final del entrenamiento, debían presentar un proyecto el cual se concretó en un producto médico que expusieron ante un comité de jueces de Estados Unidos, adjudicándose el primer lugar.
El 30 de octubre, el equipo presentará este producto en el “Global Demo Day de Trepcamp” ante un panel de inversores y aceleradoras de clases mundial, donde el proyecto ganador obtendrá un premio de diez mil dólares para continuar el desarrollo de la startup en Nueva York, California y Silicon Valley.
Mientras tanto, el producto se comercializa en México y pronto ocurrirá lo mismo en Chile. En forma paralela, los jóvenes ya se encuentran trabajando para crear un sistema de monitoreo que informe el momento en que el producto comience a degradarse y pierda sus capacidades de protección. “Somos un equipo muy multidisciplinario y para mí significó, más que desarrollar el proyecto, es desarrollar un proyecto en período de pandemia porque al menos a mí me tocó por primera vez desarrollar un proyecto por medio remoto, así que fue una experiencia interesante y muy enriquecedora”, concluyó el joven profesional.