El reciente informe de la ONU, titulado «Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2020» dejó al descubierto una dura realidad sobre la situación nutricional de los niñas y niños chilenos. En el documento se establece que, en Chile, las áreas donde se detectó malnutrición infantil se concentran en los extremos del país.
Concretamente, las regiones más afectadas por la desnutrición crónica infantil se encuentran al norte: en Tarapacá (6,4%), Atacama (6,1%), Arica y Parinacota (5,8%), con excepción de la RM (6,1%). En contraparte, el sobrepeso infantil se concentra al sur: en La Araucanía (18,9%), Magallanes (18,7%), Ñuble (18,6%) y Los Ríos (18,6%).
La decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), doctora Mirta Crovetto Mattassi, junto con lamentar esta realidad, dijo no sentirse sorprendida, especialmente por el contexto de pandemia, a raíz del cual muchas familias han ingresado a la condición de vulnerabilidad. Por ello lo esperable, dijo, es que dentro de la Mesa de Seguridad Alimentaria se detectaran situaciones como ésta, pues la desnutrición es una condición de salud que ya había sido superada en Chile.
“Aquí lo preocupante es que son cifras que se colocan que son noticias, son noticias que alertan en un momento, pero lo importante es qué se va a hacer con esa noticia. Cuáles van a ser las medidas políticas, locales, regionales o nacionales que se van a proponer para que esta situación no siga avanzando…y que sabemos que esto, el próximo año, esto puede continuar. Sin lugar a dudas, hay regiones que tienen mayores niveles de pobreza y es ahí donde hay que focalizar mayores acciones preventivas.”, dijo la autoridad académica.
Factores
En cuanto a los factores que podrían explicar esta situación, la decana mencionó la interrupción de las salas cunas y jardines infantiles a raíz de la pandemia, lo que podría haber impactado en la nutrición infantil. Ello, porque los programas alimentarios sociales que se entregaban permitían cubrir la alimentación de los niños de mayor vulnerabilidad social, aspecto que no logró ser reemplazado por la entrega de canastas.
Otro factor que podría incidir en los altos índices de desnutrición en el norte estaría asociado al desempleo y a la población flotante (migrantes), que no están cubiertos por programas sociales.
“Hay un tema importante que creo que esto también en los menores… el tema de la interrupción de las salas cunas y jardines infantiles este año por las pandemias, creo que también ha sido un factor que ha impactado la nutrición infantil, porque los programas alimentarios sociales que se dan en estas instituciones permiten cubrir la alimentación de los niños de mayor vulnerabilidad social y creo que la entrega de canasta por ejemplo, no puede ser lo mismo que tener a un niño bajo una tutela permanente en un centro infantil como son las salas cunas y los jardines infantiles”.
Respecto a al malnutrición por exceso, dijo que éste era un fenómeno que los nutricionistas han venido alertando, pues es un problema país que requiere políticas conjuntas y una mirada multiprofesional, integrado por médicos y nutricionistas. La especialista enfatizó que el sobrepeso y obesidad infantil pueden generar impactos en el ciclo de vida, como enfermedades asociadas, razón por la cual urge tomar políticas públicas efectivas, que incluyan hacer el seguimiento de salud de las familias y niños que están en riesgo.
Agregó que el sobrepeso de los niños y niñas no solo está determinado por la cantidad de alimento que ingieren, sino por la baja calidad nutricional de los productos que consumen y el disminuido gasto energético que genera estar en cuarentena.