Basta encender la televisión y ver una entrevista o asistir a una reunión a través de alguna plataforma digital y allí están: los libros de fondo. Se trata de un escenario que, en ocasiones, es falso o, dicho de otro modo, es cuidadosamente preparado o “montado”, lo que incluso ha llegado a generar memes ironizando sobre esta clásica postal que se hizo famosa en cuarentena.
Si para algunos lo anterior es un simple detalle, para otros representa lo que queremos mostrar a los demás, y es que la imagen que transmitimos a distancia habla por nosotros. De hecho, un fondo poco afortunado puede generar risas, o bien, credibilidad sobre lo que estamos diciendo. Eso explica por qué algunos entrevistados y especialistas aparecen en televisión con numerosos libros apostados en sendas estanterías a sus espaldas. Y no es que esté mal tener libros o hacer declaraciones desde nuestra biblioteca. El problema surge cuando no tenemos ni libros ni biblioteca y armamos un verdadero montaje para “aparentar”.
Qué lees y te diré quién eres
Pero ¿qué transmiten los libros que, en plena era digital, logran que su presencia siga siendo importante, incluso dentro de una imagen? La académica Marjorie Mardones, coordinadora docente de Bibliotecología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), sostiene que hablar con una estantería llena de libros en el fondo ya generó reacciones a nivel mundial. De hecho, además del meme, circuló en redes sociales la imagen de una oferta, a modo de parodia, de un soporte de cartón con una falsa estantería de libros impresa, cuyo valor de venta era de 150 euros (130 mil pesos). El fotomontaje fue creado por el ilustrador madrileño Eduardo Berazaluce, que lo difundió el 19 de abril desde su cuenta de Twitter. A lo anterior se sumó Amazon, que puso a la venta libros falsos para decorar estantes y pegatinas con imágenes de libros para colocar en la pared. Por lo tanto, aunque parezca una superficialidad, decidir qué muestra un entrevistado a sus espaldas, sí es tema. Entonces ¿cómo interpretar este fenómeno?
“Es entender que la persona necesita el respaldo de la cultura impresa. Es decir, de alguna forma yo sé, yo soy o yo leo y , finalmente, los libros se constituyen en una marca personal. Pareciera ser que los libros no son tan importantes, pero en realidad, dime qué lees y te diré quién eres. Dime qué libro tienes en tu estantería y te diré quién eres. Así, por ejemplo, hay gente que tiene libros como novelas, novelas de lectura liviana o libros muy bien escogidos, que tiene que ver con el discurso que la persona está dando frente a los medios”, dice la académica, quien sostiene que, a pesar de ser libros falsos, su presencia valida el discurso de quien lo muestra.
Agrega que, en la sociedad actual, audiovisual y digital, la imagen o representación del libro sigue siendo importante, razón por la cual se “arma” una verdadera escenografía en el espacio privado respecto a lo que queremos proyectar y a cómo queremos que otros nos vean.
Solo vanidad Una opinión similar entrega el sociólogo UPLA, doctor Francisco Báez, quien enfatiza que este fenómeno busca utilizar el libro o los bienes culturales como símbolo de prestigio, especialmente, porque en las entrevistas o reuniones a través de distintas plataformas virtuales, las personas muestran su espacio íntimo. Es más, el académico UPLA afirma que, en algunos casos, se produce una suerte de competencia simbólica entre los personajes que dan opiniones públicas sobre la pandemia o sus consecuencias en el ámbito económico o laboral.
“A mí me habla de vanidad, de arrogancia intelectual, de miedo al qué dirán, me habla de promover apariencias, de una actitud pretenciosa y que tiene que ver con la formalidad vacía. Esto de no quedarse debajo de alguien que se le vio con una biblioteca perfecta, hermosa y que dice bastante de tu capital cultural familiar. Esto se fue dando como una bola de nieve… esto de montar un escenario familiar, supuestamente con una cantidad importante de libros que den cuenta de tu supuesto capital cultural. Para no quedarse abajo, lo que hacen es ordenar una biblioteca, verdadera o falsa y, si no la tiene, mandar a comprar estos paneles artificiales vía Amazon para que te lleguen a tu casa… Es muy divertido esto”, dice el sociólogo, quien asegura que la cultura de los últimos 30-40 años, que es individualista y altamente competitiva, sintoniza perfectamente con el fenómeno que hoy vemos cada vez que se enciende un micrófono en pantalla.