Si bien la Organización Mundial de la Salud ha señalado que no son una población de riesgo para contraer con mayor frecuencia el virus, los niños sí pueden generar una enfermedad grave de COVID-19 en ciertos casos. Por eso la prevención, además de su detección y tratamiento temprano, son fundamentales para el control exitoso de esta enfermedad en menores.
A pocos días que comience el año escolar, según lo dispuesto por el Ministerio de Educación, poco se ha hablado de los contagios y efectos del coronavirus en niños, niñas y adolescentes (NNA). Si bien los más afectados con esta pandemia han sido los adultos mayores y personas con enfermedades crónicas, los niños no están exentos de generar complicaciones en caso de contraer el virus.
Si bien sus posibilidades de desarrollar una enfermedad grave son mucho menores, sí se han registrado casos complejos. Pero, más importante aún, ya sean casos con síntomas leves o asintomáticos, los niños y adolescentes siguen propagando la enfermedad, siendo estos últimos los más “contagiantes”, de acuerdo a un reciente estudio publicado por la prestigiosa revista médica The Lancet. Por eso, Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada, hace hincapié en que las familias deben estar atentas a los síntomas que puedan desarrollar los menores de la casa.
“Los síntomas son parecidos en adultos, niños y adolescentes, pero en el caso de los menores, puede ser más fácil confundirlos con otras afecciones como una gripe, faringitis o alergia. De acuerdo al Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), los síntomas que más predominan son fiebre y tos, pero se pueden agregar la congestión nasal, diarrea, náuseas y vómitos, dolores estomacales y falta de apetito, sobre todo en niños menores de un año”, comentó la facultativa.
En el estudio más grande del mundo en pacientes menores hospitalizados, liderado por investigadores de las universidades de Edimburgo y Liverpool, el Imperial College London y el Royal Hospital for Children en Reino Unido, se destacan ciertas variables como la obesidad, la afrodescendencia y tener menos de un mes de vida como factores de riesgo para desarrollar una enfermedad grave.
Además, en esta misma investigación, se identificaron nuevas señales de un síndrome de inflamación grave que aumenta significativamente el riesgo de que los menores requieran de tratamiento intensivo. El denominado Síndrome Inflamatorio Multisistémico en Niños (MIS-C, por sus siglas en inglés) puede reflejarse con otros síntomas como la conjuntivitis, sarpullido o problemas gastrointestinales, además de dolor de cabeza, cansancio extremo, dolores musculares, dificultad para respirar y piel o labios azulados, entre los más visibles. Pero también, con una disminución de plaquetas en los niños que lo padecen.
“Por esto, es importante reconocerlos y acudir a un centro de salud de forma rápida – tomando todas las medidas de cuidado- ya que la combinación de los síntomas podrá ayudar a los especialistas a identificar de forma prematura a un niño contagiado y que esté desarrollando un MIS-C”, explica Molina.
Por otro lado, la farmacéutica indica que el proceso de vacunación que se está llevando a cabo en Chile es alentador, aún cuando no existan vacunas aprobadas para menores de 16 años. “Los ensayos clínicos en NNA están recién comenzando, pero si la población de riesgo y gran parte de los adultos logran vacunarse, los niños estarán mucho más protegidos, y esto incluye a profesores, auxiliares de aseo, administrativos, tíos y tías de furgones escolares, entre otros, frente a un eventual regreso a clases presenciales”, comenta.
Sin embargo, los especialistas señalan que hasta que no exista una vacuna que se pueda aplicar en niños, estos servirán como reservorios del virus, retrasando y haciendo más dificultoso poner fin a la pandemia. Igualmente, y a pesar de que el virus actuaría de forma más leve en menores de edad, en una investigación realizada en 2020, Chile contaba con una tasa de letalidad en niños mucho más alta que otros países en el mundo, como Estados Unidos, hecho que debería mantenernos en alerta.
Por esto, para la facultativa “es fundamental continuar con las medidas de cuidado como el uso de mascarillas, el lavado frecuente de manos, practicar la distancia física y la desinfección e higiene de los lugares que habitan, además de mantenerse en el hogar el mayor tiempo posible, aunque esto resulte mucho más difícil para niños y adolescentes. Aún falta para que podamos volver a una vida medianamente normal, por eso es necesario que todos pongamos de nuestra parte para superar este periodo”, finaliza.