Por Aníbal Vicaceta
Azul Vicaceta Sotomayor
Nicolás Schiappacasse
Docente y estudiantes de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso (UV)
Los recientes acontecimientos que llevaron al Tribunal Constitucional a declarar inadmisible el requerimiento de Sebastián Piñera para declarar inconstitucional el proyecto original del tercer retiro, demuestra que ya no resulta lógico ni real el argumento que dice “no se puede hacer algo, porque la Constitución… dice algo”.
Más allá de nuestras aprensiones como equipo sobre la forma del proceso constituyente, es claro que la elección de constituyentes programada originalmente para el 11 de abril, es un imperativo histórico que debe realizarse el 15 y 16 y de mayo, sin falta.
También es relevante votar en esas fechas, porque están además programadas elecciones de autoridades comunales y de gobernadores, lo que probablemente cambiará la correlación de fuerzas políticas de manera sustancial en los territorios, pese a que lo de los gobernadores es más bien simbólico, pero que de todos modos abre un incipiente escenario de desconcentración territorial del poder.
Cabe mencionar también que Chile es el único país que este año ha alterado su calendario electoral debido a la pandemia, por lo que se hace inexcusable un argumento sanitario para postergar poner fin a esta inacabada transición.
Por esta razón, imaginamos posibles escenarios epidemiológicos de casos para la fecha vigente.
La intención en este artículo es provocar un debate tecnopolítico, por lo que los escenarios no son derivados del uso de modelos de proyección SIR o SEIR, que se han utilizado tantas veces en esta pandemia, sino una representación más bien gráfica de un “horizonte de posibilidades”. Tomamos prestado este concepto de la astronomía, que considera el rango de posibles estados en la evolución de un fenómeno en el tiempo, y con ello acota lo que prevemos que puede pasar; y, muy importante también, aquello que no puede pasar.
Presentamos a continuación un gráfico que representa la evolución semanal de los casos, según su fecha de inicio. Dado el desfase entre el diagnóstico y registro de casos, que hasta ahora se ha dado históricamente reduciendo la cantidad de casos, hemos excluido del análisis las dos o tres últimas semanas del registro.
El desafío, entonces, es construir un rango de escenarios a partir del punto temporal extremo del gráfico, para imaginar la situación al 15 de mayo, que corresponde al fin de la semana epidemiológica 19. Cabe mencionar que la semana epidemiológica de la OMS (que empieza un domingo y no un lunes) es la unidad de medida elegida, pues es bastante práctica para dar cuenta de tenencias y evitar oscilaciones en la aplicación de exámenes y sus registros.
Es importante insistir, como este equipo ha dicho en diferentes medios, en que hay que mantenerse reacios a proyectar situaciones futuras a través de estimaciones numéricas, por lo que se ha preferido graficar, de una manera gruesa, las tendencias que podrían expresarse en forma de escenarios.
Un elemento fundamental a tener en cuenta en el análisis es que la Región Metropolitana comenzó su segunda alza de casos bastante más tarde que otras regiones, como Valparaíso, región a la que pertenecen los miembros de este equipo investigador. Cabe mencionar, que -precisamente dada esas diferencias regionales- este equipo evita hablar de una “segunda ola”, además, porque dicha formulación transmite la imagen de una segunda alza de casos como algo inevitable por naturaleza, cuando en realidad, al tratarse del resultado de interacciones sociales, tiene un amplio rango de variabilidad en función de lo que cada sociedad hace.
Volviendo a los escenarios, se consideraron cuatro situaciones para las próximas semanas, conforme las tendencias principales observadas a nivel geográfico, en la diferencia del comportamiento de la pandemia en la Región Metropolitana y el resto del país.
Los dos primeros escenarios son lo que se podría llamar escenarios razonables en los bordes; es decir, una estimación de las posibilidades más extremas, sin considerar cambios drásticos imprevistos en las tendencias: 1. Una bajada abrupta como la que ocurrió en junio de 2020 y 2. Un alza sostenida en la Región Metropolitana, sin compensación por la baja en el resto de las regiones, formándose una meseta.
Entre medio tenemos situaciones intermedias; 3. Un alza sostenida en la Región Metropolitana, con compensación por la la baja en el resto de las regiones. Y 4. Un alza en la que suben los contagios en la Región Metropolitana, con una compensación más tardía en el resto de las regiones, sin que se forme una meseta arriba.
Dado que es imposible prever la dirección de la curva para las próximas semanas, como demuestra la diversidad de patrones de progresión de la epidemia en las distintas regiones del país durante estos casi 14 meses, se usó la forma de la primera alza de casos de junio de 2020.
Por otra parte, para modelar la bajada, se atendió a la constatación empírica de que la bajada de la dirección de la curva demora al menos tanto como el cambio de dirección en la subida, aunque habitualmente esto es un poco más tardío.
Una primera posibilidad es que justo se haya llegado al peak la última semana de el primr gráfico original. En ese caso, la cantidad de casos debería comenzar a bajar inmediatamente, como muestra la línea verde intenso del gráfico de a continuación. Una bajada a mayor velocidad resulta poco plausible.
Si consideramos “activa” a las personas con dos semanas luego del inicio de sus síntomas, podemos asumir que el número de personas contagiadas por el virus activas es aproximadamente la suma de los casos de las dos últimas semanas, vale decir, para el momento de la elección; las semanas epidemiológicas 18 y 19. Ya hemos mencionado que nuestras estimaciones no se basan en un modelo numérico estricto, por lo que solo podemos hablar de manera aproximada, pero se trata de al rededor de 80.000 personas “activas” para ese entonces. Según podemos ver en el gráfico, el mejor escenario implica tener, a la fecha de las elecciones, una cantidad de casos nuevos similar al peak de mediados de 2020.
La otra posibilidad límite, aquella con el mayor número de casos, es que la epidemia siga avanzando en Santiago, aumente de manera relativamente lenta y su ascenso no sea compensado totalmente por la bajada de otras regiones, formándose una meseta. Esto es representado por la línea roja. En este caso, al momento de las elecciones tendríamos unos 150.000 casos activos.
Este segundo escenario podría considerarse de “techo”, y cabe mencionar que implica una situación al momento de las elecciones de mayo mucho peor que la que llevó a la postergación de abril. En ese momento, la suma de las dos semanas anteriores al 11 de abril era de alrededor de 119.000 casos.
Es importante resaltar que estas estimaciones son razonablemente conservadoras, en el sentido de no construir escenarios que impliquen alzas sostenidas al ritmo que han llevado regiones como Valparaíso en las últimas semanas, sino que todos los escenarios asumen una situación relativamente benigna de bajada al cabo de unas cuantas semanas.
Se ha elaborado un par de representaciones más, considerando un alza sostenida en Santiago, con una compensación por la bajada en otras regiones (lo que da unos 125.000 casos activos) y un cuarto escenario en que se mantiene el alza en Santiago, sin una compensación en el resto de las regiones, pero sin que se forme una meseta (140.000 casos activos).
Se observa que, en ambos casos, la situación a fines de la semana 19 -la de la elección- se asemeja bastante a aquella que motivó la postergación.
De tal modo, una vez planteados estos escenarios, es necesario advertir que podría darse la situación hipotética de plantear un nuevo aplazamiento, considerando que la semana del 11 de abril puede parecerse mucho a la del 15 y 16 de mayo.
Pero, eso no debiera ser un asunto que incumba sólo a un grupo de expertos en datos y autoridades de poca autoridad. Debemos empezar ahora mismo un debate amplio al respecto. Los escenarios están ya bastante claros.
(Fuente: Interferencia).