Por Daniela Méndez Royo
Académica carrera de Derecho Universidad Santo Tomás sede Viña del Mar
Por primera vez en la historia de Chile hemos tenido la oportunidad de elegir a quienes redactarán nuestra nueva Carta Fundamental. Los resultados de las elecciones del 15 y 16 de mayo han permitido validar la propuesta de comenzar un proceso constituyente, como medio de encauzar legítimamente las demandas sociales planteadas de manera clara y masiva por gran parte de la población.
El triunfo de los independientes, así como la paridad y los escaños reservados, han logrado que la Convención Constitucional sea representativa de la variedad de voces que existen en nuestro país, legitimando aún más el proceso. Esta diversidad permitirá que ningún grupo pueda imponer sus términos unilateralmente, por lo que la búsqueda de acuerdos mediante el diálogo entre los constituyentes será clave para el éxito del proceso.
Uno de los primeros desafíos que enfrenta la Convención Constitucional es la redacción y aprobación del reglamento que establezca su estructura y funcionamiento. Pese a que algunos procedimientos ya están definidos en la reforma constitucional, existen varios temas que zanjar, como la organización funcional interna, mecanismo para la toma de decisiones, transparencia, posible regulación de mecanismos de participación ciudadana, entre otros.
Respecto a la participación ciudadana, es importante recordar que el proceso constituyente es el resultado de las movilizaciones sociales, por lo que debiese ser un proceso abierto, con la inclusión de mecanismos que permitan un diálogo con la ciudadanía. La experiencia internacional ofrece varios ejemplos de tales mecanismos, incluyendo cabildos, audiencias, foros, entre otros. Además, el reglamento debiese incluir la posibilidad de realizar plebiscitos vinculantes cuando la Convención Constitucional no sea capaz de llegar a acuerdos en ciertas materias, cuestión que es posible que suceda en consideración a la diversidad de los constituyentes.
De esta manera, el diálogo debe ser clave en el trabajo de la Convención Constitucional. No sólo entre los constituyentes, sino que además entre ellos y la ciudadanía. Esto permitiría representar de mejor manera las esperanzas puestas por la población en la Convención Constitucional, sentando las bases para una Nueva Constitución que sea construida por y para todas y todos. Y por supuesto, recordar que una Nueva Constitución sería el inicio, no el fin, de la búsqueda de una nueva realidad jurídica, política y social en Chile, que sea participativa, representativa de la diversidad existente en nuestro país y respetuosa de los derechos humanos de la población.