Por Denisse Álvarez Sanhueza
Investigadora, Centro Bahía Lomas UST
Coordinadora Doctorado en Conservación y Gestión de la Biodiversidad UST.
La conservación de los suelos es primordial para la agricultura, y esto fue muy bien comprendido por las comunidades indígenas, quienes realizaban rotación de especies vegetales que les permitía mantener los suelos fértiles. Con el tiempo, la práctica se fue perdiendo y hoy, donde quiera que miremos, los suelos están urbanizados, erosionados o con monocultivos. La condición en la que se encuentra un suelo influye, además, y de manera directa sobre la calidad de los ecosistemas acuáticos – por ejemplo, en un suelo erosionado o degradado y luego de una lluvia, gran cantidad de material puede ser arrastrado hacia a un cuerpo de agua, aumentando su turbidez e impidiendo la entrada de luz necesaria para los organismos que lo requieren y que tienen un rol fundamental en las tramas tróficas.
Sin ir muy lejos, en la región del Biobío, específicamente en la cuenca de Nacimiento, existe evidencia reciente de que suelos con actividad forestal aportan casi un 17% de más material a un río que los suelos agrícolas. Una situación similar fue registrada en las cuencas de las lagunas Chica y Grande de San Pedro, donde el estudio de sus sedimentos dio cuenta de que las actividades realizadas en las últimas décadas – tala de bosque nativo, introducción de especies exóticas y urbanización – generaron un aumento de material externo al lago, con la consiguiente entrada de nutrientes que favoreció a la eutroficación de estos sistemas, y que podría provocar un mayor deterioro de la calidad del agua. De aquí, es que, bajo un el contexto de cambio climático y déficit hídrico, la conservación de los ecosistemas terrestres se torna más relevante aún, considerando la estrecha relación con los ecosistemas acuáticos.
En el Día Internacional de la Conservación de los Suelos es importante destacar esta perspectiva tierra- agua, para hacernos conscientes de las estrechas interrelaciones de los componentes del medio ambiente. Si bien, las políticas de conservación juegan un rol critico en la protección de ecosistemas, la vinculación con una planificación socio-económica sustentable fortalecen estas medidas, y con ello la seguridad ecológica de nuestros ecosistemas.