Por Marcelo Belmar Berenguer
Doctorando Universidad de Valencia
Académico Universidad Central de Chile
Todos y todas tenemos historias. Cada persona define qué pasajes de ese dominio personal comparte con otros, aun cuando es posible que otros conozcan por diversas fuentes los pasajes de nuestra vida. Inclusive que conozcan otros prismas de nuestras trayectorias de vida. Si se es figura pública, es probable entonces que nuestra vida esté más expuesta al escrutinio ciudadano.
Ahora bien, si como actor político hago de mi historia una gran historia, una especie de epopeya personal, entonces me sobrexpongo a la indagación de cada pasaje de mi vida. Mientras más profundizo en mi historia personal, o en algunos episodios o vivencias, por cierto, con el propósito de generar interés y adhesión. Si tengo algún “éxito”, no pocos escudriñarán en él.
Rojas Vade encaminó su rápido transitar como representante popular haciendo historia de su propia vida. Seguro quiso empatizar con quienes padecen enfermedades graves, para mejor representarles. Pero lo que hizo fue montar una mentira para lograr ese propósito. Ya sabemos, el resultado está a la vista. Su identidad se desmoronó.
El constituyente electo, no es la primera persona que miente en Chile, en el caso de la acción política, de los negocios, del deporte, de la televisión. Sería largo detallar a tanto personaje.
Hoy mismo, otra figura asomó en ese campo de las historias de vida convertidas en plataforma electoral. Sebastián Sichel ha dado testimonio en el último tiempo (al calor de su candidatura presidencial), de las vicisitudes de su existencia. Ha novelado su vida. Inclusive encargó un libro. No es el mismo caso que Rojas. Pero hay similitud.
Me convierto en héroe de mi propia historia. Soy el jovencito de la película. Conmociono con mi azarosa existencia. Traspaso los límites de mi intimidad familiar y los expongo. Todos se interesan. Muchas indagan. Con (in)nobles propósitos. Se evidencian las grietas, las contradicciones. Se estremece el personaje. Se instala la sospecha de la existencia de una mentira. Se evidencia una manipulación del relato. La confianza se resquebraja. Se viene la noche. Se viene la caída.
(Foto: Istock).