Por José Ossandón
Periodista y director de La Región Hoy
¿Se acuerdan de esta película?: Los dioses deben estar locos (The Gods Must Be Crazy), ¿una comedia cinematográfica escrita y dirigida por Jamie Uys en 1980, filmada en Botsuana, con bajo presupuesto?
La imagen más recordada de esa producción es cuando un día a Xi —quien junto a su familia y tribu vivían felizmente en el desierto del Kalahari— le cayó en la cabeza, desde una avioneta que sobrevolaba el lugar, una botella de vidrio clásica de Coca-Cola.
A partir de ese episodio, la tribu de Xi cree que este extraño artefacto es otro “regalo” de los dioses y le dan múltiples usos.
A diferencia de lo que poseían antes, productos de la Pacha Mama, esta vez existe una sola botella y deben compartirla.
Esto comienza a causar conflictos entre la tribu, entonces Xi debe tomar una dura decisión: anuncia a los ancianos que hará un viaje hacia el fin de la Tierra para deshacerse de la botella, a la que llaman “la cosa maligna”.
Así estamos en estos tiempos, intentando de desprendernos de esa cosa maligna, que partió desde que nos cayó en la cabeza la pandemia del coronavirus COVID-19; entre pinchazos y encierros nos hemos tenido que acostumbrar a las malas noticias. Encender hoy el televisor, el celular y el PC se ha convertido en un verdadero calvario.
¿Qué pasó ahora? debe ser la frase como pan de cada día.
Como si existiera un plan maligno para convencernos que estamos en medio de un apocalipsis y nos obligara a recurrir a las sagradas escrituras para cachar cómo viene la cosa. Hoy las visiones de San Juan son mucho más certeras que los análisis de cuánto analista respira en el mundo.
Se habla del Oso (Putin), del Dragón (China) y del Águila (Biden), un triunvirato que nos llevará al Armagedón.
El oso quiere reunificar los territorios rusos, el dragón quiere todo y el águila no sabe qué quiere, pero como es un ave carroñera, pffff. ¡Amarraos, que el aterrizaje será forzoso!
Los dioses deben estar locos.
No los del Olimpo ni los sumerios ni los X-Men.
Los dioses que se creen dioses, pero que no se creen locos, aunque hagan más locuras que otrora líderes que pusieron a planeta en vilo a mediados del siglo pasado con sus guerras territoriales y armamentistas.
Son momentos complicados para la humanidad (la verdad es que siempre los han sido), sin embargo no olvidemos que la Coca Cola inventó al Viejo Pascuero y lo que le cayó en la cabeza a Xi no fue un misil ni un artilugio de los dioses; fue un proyectil que cada cierto tiempo nos mandan estos poderosos dioses humanos: la propaganda vestida de santa divinidad.
(Foto principal: captura de pantalla).