Un equipo de investigadores liderado por la directora del Centro Interdisciplinario de Estudios en Salud (CIESAL) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso, Eva Madrid, acaba de publicar un artículo científico con las conclusiones de un estudio que advierte que los habitantes que viven dentro o en las inmediaciones de la denominada “zona de sacrificio ambiental” situada entre las comunas de Quintero y Puchuncaví tienen mayor riesgo de presentar una falla en la función del gen que se encarga de suprimir los tumores en los seres humanos.
Se trata del denominado “guardián del genoma”, el cual produce la proteína P53 que vigila la duplicación celular al activar mecanismos de seguridad que evitan el crecimiento desordenado de las células y cuya expresión génica puede modificarse en personas expuestas crónicamente a altas concentraciones de metales pesados.
En efecto, el artículo demuestra que quienes viven hace más de cinco años en el área del Complejo Industrial Ventanas, cuyos suelos denotan una elevada concentración de arsénico (y también de cobre, plomo y zinc, entre otros minerales y elementos químicos) presentan 2,8 veces más alteraciones en el funcionamiento de ese gen que quienes durante ese mismo tiempo han residido en lugares adyacentes y en los que el suelo tiene niveles aceptables o bajos de ese elemento.
Según evidencias previas obtenidas en dicha zona, el estudio advierte que sólo el arsénico supera los niveles estándar internacionales, específicamente el estándar italiano (20 mg/kg), que fue el escogido como valor de referencia debido a que Chile no tiene una regulación de calidad para el suelo e Italia tiene antecedentes geológicos y un clima similar al área del estudio.
Esta es la primera investigación en su tipo que se realiza en esas dos comunas y se basó en el análisis de muestras de sangre de adultos mayores de 18 años. En total participaron 280 personas: 140 del área expuesta y 140 de la comuna de Concón, que para el efecto actuaron como grupo de control.
“Este hallazgo permite entender los riesgos que involucra vivir en las zonas contaminadas de Quintero y Puchuncaví. Hay mucha información mediática, pero no evidencias de daño a la salud. Se debe promover investigación que genere evidencia sobre si se produce o no daño a la salud humana y de animales”, afirma la directora del CIESAL de la Facultad de Medicina de la UV.
Mecanismo aberrante
Las conclusiones a las que arribó el equipo encabezado por la doctora Eva Madrid fueron validadas por la comunidad científica internacional el 21 de febrero pasado, cuando sus resultados fueron publicados por la revista Enviromental Science and Pollution Research, de la editorial alemana Springer.
Este grupo de investigadores -que además integran especialistas de otras unidades de la UV, del centro CERES y de la PUCV y la UFRO, entre otras instituciones- comprobó que al interior de las células de las personas de las zonas contaminadas de las comunas de Quintero y Puchuncaví ocurre con más frecuencia el proceso de “metilación aberrante” del gen guardián del genoma.
Este corresponde a un mecanismo biológico normal destinado a reprimir ciertas expresiones genéticas indeseadas como, en las mujeres, la del gen que produce barba. No obstante, se convierte en aberrante “cuando impide que el gen transcriba proteínas que deberían estar expresadas y que dejan de expresarse. En este caso, la proteína supresora del cáncer, que debe estar presente en los humanos”, precisa la académica.
Madrid enfatiza que este fenómeno no se trata de una alteración genética sino epigenética (de la función que cumple un determinado gen), ya que la secuencia del ADN del P53 se mantiene intacta en el núcleo de la célula y solo cuando inicia la producción de proteína en el citoplasma ese proceso es interceptado por esta metilación patológica. “Quien sufra esa anomalía celular, queda más vulnerable ante el cáncer”, acota.
El artículo científico con las conclusiones señaladas ponen fin a un estudio cuyos primeros resultados fueron dados a conocer en 2014 al Ministerio del Medio Ambiente, como parte de una evaluación sobre los riesgos en la salud de la contaminación de la matriz suelo en Quintero y Puchuncaví que dicha repartición encargó a ese grupo de investigadores.