Desde que se suspendieron las clases a mediados de marzo de 2020, recién se regresó paulatinamente a la presenciabilidad en los últimos meses de 2021 para volver en definitiva a las aulas en marzo de este año.
El “terremoto” producido en el aprendizaje de los niños y niñas es evidente. Muchos comenzaron sus clases con problemas emocionales y en lo académico.
María Isabel Marín Gamé, directora de la carrera de Psicopedagogía de la Universidad Andrés Bello, de la sede de Viña del Mar, realiza un análisis de cómo afectó la pandemia la formación escolar y proporciona algunos consejos para que los padres o cuidadores puedan contribuir en esta nueva etapa de los estudiantes.
¿En qué medida afectó el desarrollo de aprendizaje la pandemia?
«Afectó muchísimo en la medida que, en términos generales, no hemos enseñado a nuestros estudiantes a ser autónomos en su aprendizaje, a desarrollar estrategias que les permitan aprender sin la presencia constante de la escuela y los docentes. Junto con esto, la carga emocional y el estrés que ha significado el confinamiento, la incertidumbre, la enfermedad, la partida de seres queridos, entre otros. Son variables que, obviamente, restan energía para el estudio o cualquier actividad académica y dirigen la atención hacia otras situaciones personales o familiares que no puedes desatender. Las cifras de problemas emocionales y de ánimo en los niños y jóvenes es bien preocupante y hay que tenerlo en cuenta en la organización del trabajo presencial».
¿Quiénes han resultado más afectados?
«Especialmente los niños más pequeños, que iniciaron su enseñanza básica en pandemia y que recién en tercero básico han vuelto a la escuela de manera presencial. Ellos no han tenido las experiencias necesarias ni la sistematicidad que se requiere para aprender a leer, a escribir y operar con las matemáticas. Acá se aprecia un nivel que, obviamente, no es el esperado y que es necesario atender con estrategias diversas, que se adapten a las distintas situaciones».
Consejos importantes
¿Qué consejos puede dar a los padres para que colaboren en revertir los problemas que se detectan en el desarrollo del aprendizaje de sus hijos?
«Tomar conciencia que hemos vivido una situación tremendamente compleja que ha trastocado toda nuestra vida, nuestras rutinas y relaciones y que no es posible pensar que, de un día para otro, volveremos a una situación de normalidad. La pandemia nos ha afectado a todos física y emocionalmente, si es que es posible separar estos aspectos y gradualmente iremos adaptándonos a esta nueva realidad.
Otro consejo es asumir que todo cambio de rutina sea gradual y razonable. En la organización de los tiempos para las tareas, por ejemplo, comenzar con 10 o 15 minutos y semana a semana ir ampliando. Lo mismo con los horarios de dormir. Como también considerar que las rutinas de traslado de la casa al colegio y del colegio a la casa pueden ser agotadoras en una primera etapa. Y es necesario descansar antes de emprender alguna tarea escolar en el hogar.
Es fundamental tener espacios de ocio, donde los niños y niñas puedan elegir las actividades que quieren hacer, según sus gustos, privilegiando en la medida de lo posible, el aire libre y la naturaleza. Respetar su derecho a jugar y descansar. Como también disminuir gradualmente la exposición a las pantallas, que aumentó de forma importante durante la pandemia.
Dialogar con los niños y niñas sobre cómo se sienten con esta vuelta a la escuela, conversar sobre lo positivo que tiene y sobre las dificultades que hay que enfrentar. No minimizar aspectos que los niños relaten como difíciles para ellos y buscar alternativas de solución.
No angustiarse si los resultados académicos no son los esperados. Hemos sobrevivido a una pandemia, las notas no son lo relevante. Tratar siempre de vincular las actividades de aprendizaje con momentos agradables, de compartir en familia, con espacios de humor y creatividad, donde equivocarse sea parte del proceso y no se castigue».
Finalmente, ¿cómo evalúas el tema de la violencia que se detecta en estudiantes?
«No soy experta en violencia, pero el sentido común me dice que la violencia puede ser una respuesta al miedo, al dolor, al estrés o a la indiferencia. Creo que esta pandemia ha provocado todas estas experiencias. Quienes tengan menos redes de apoyo o sean especialmente vulnerables, se verán más afectados».