Por Daniel Paredes
Isleño, empresario y ex consejero regional
Este lunes un helicóptero naval voló desde Valparaiso hasta la isla de Juan Fernández para poder trasladar a dos enfermos graves desde la bahía Cumberland hasta el aeródromo, distante a unos 15 kms de distancia.
A propósito de esta inédita, compleja y, finalmente, exitosa operación aérea, los isleños volvemos a cuestionar a las autoridades, de todos los partidos políticos, colores partidarios y gobiernos, por la postergación de un sendero terrestre, seguro, que una Robinson Crusoe con nuestro pequeño aeropuerto.
Recordemos: en 1976 la Dirección de Vialidad abandonó la obra de construcción del sendero que unía Cumberland con el aeródromo Germán Acevedo Salas de la isla mayor Robinson Crusoe. Lo anterior, debido a la presión de la naciente institución forestal llamada Conaf.
Se esgrimieron muchas razones, entre ellas la conservación y el supuesto daño ecológico de la flora y fauna de la isla.
Ya han pasado más de 40 años y todo lo que Conaf prometió, en ese entonces a nuestros padres y abuelos, nada se cumplió; es más, con el bajo presupuesto de operaciones (no alcanza a los 5 millones de pesos) ni si quiera pueden cumplir a cabalidad con su misión institucional.
Esta vez, con el apoyo de la Armada de Chile, los pacientes pudieron se trasladados al continente, pero en otras oportunidades varios pacientes no corrieron con la misma suerte. Por ejemplo, el observador aéreo y auxiliar de una línea aérea de ese entonces, Ernesto Melgarejo Tamayo, quien falleció en el intento.
La embarcación que los llevó al aeródromo tuvo que regresar a puerto por el temporal, el avión no pudo aterrizar. Ahí quedó una familia sin jefe de hogar, con rabia y pena con la patria.
Algunas autoridades justificaron, la no intervención de un sendero, por la vegetación que crece en una ínsula declarada por UNESCO como Reserva Mundial de la Biósfera; sin embargo, hoy producto de algunas obras, surgieron más especies y más ejemplares por la remoción de la tierra. Además un sendero de tres metros de ancho presta más utilidad que hacer daño.
En rigor, el trazado original aún existe y está inscrito a nombre del Fisco, puntualmente de Vialidad no de Conaf.
El sentimiento generalizado de los habitantes fernandecianos es de tristeza e impotencia, ya que resulta irónico estar sentado en un activo ambiental y, a la vez, estar condenado al tercer mundo.
Ya se siente, y deja verse entre la gente, que pronto los isleños despertarán y pedirán lo mismo que sus pares de Rapa Nui.
Pedimos que Conaf se dedique a su misión de investigación y control de fuego y que el parque sea administrado por una Corporacion Ambiental Municipal de derecho Público, mediante la cual, tal como lo hacían los ancestros fernandecianos, antes del nombramiento de Parque, se mantengan expeditos los accesos y controladas las plagas.
Actualmente eso lo hacen solo los voluntarios con financiamiento propio, pues ya no preocupa tanto perder la vida en una enfermedad o accidente grave, sino más bien inquieta la indolencia de una institución que más que aportar hoy profita de un ecosistema natural y de una comunidad que solo quiere desarrollarse de manera sustentable y armoniosa con su entorno.