Por José Ossandón
Periodista
Director La Región Hoy
El tercer lugar de Chile en el Mundial del 62 jugado en nuestro país. La final que perdió el poderoso Colo-Colo de 1973 con Independiente en la Copa Libertadores de ese año. La Unión Española que también cayó con ese equipo Argentino, en 1975. Las dos finales de Cobreloa en Copa Libertadores, 1981 y 1982. Esa misma copa Colo-Colo la levantaría, por fin, en 1991. Tres años después la Universidad Católica lo intentó frente a Sao Paulo, pero el tremendo plantel brasileño liderado por Rai era imbatible en ese entonces.
Después Colo-Colo estuvo a punto de ser el primer equipo chileno en levantar la Copa Sudamericana, pero los mexicanos del Pachuca lo evitaron en un partidazo en el Estadio Nacional.
Eso en 2006.
En el 2011 la Universidad de Chile alzaría ese trofeo pasando a la historia de nuestro fútbol.
Luego vendrían las dos copas América. 2015-2016.
Comparados a los palmares de otros países, Chile tiene buenas pero pocas calificaciones, si estuviéramos en el colegio. En rigor, solo hemos ganado cuatro campeonatos internacionales en la larga historia del fútbol.
Diera la impresión que en las vitrinas de la ANFP, en Juan Pinto Durán, tuviéramos más, pero no.
Es cierto que la generación dorada pudo haber logrado más cosas, como la Copa FIFA Confederaciones, que se perdió frente a Alemania con gol solitario de Lars Stindl. O el maldito palo de Mauricio Pinilla, en Octavos de Final de la Copa del Mundo, contra Brasil; con ese gol pasábamos a Semifinal.
Esta madrugada se empató ante Ghana con una Roja que palideció. Del rojo fulgurante pasamos a un rosado o rojito agua. Perdimos, de nuevo, en los lanzamientos penales; este minitorneo, jugado en Japón, nos devolvió a la triste realidad de nuestro fútbol. En Copa Libertadores quedaron eliminados todos los equipos chilenos y a nivel de selección retornamos al concepto “lo importante es participar” (así nos formaron en el colegio cuando llorábamos al perder).
La culpa no la tuvo el nuevo DT de la Roja: Eduardo Berizzo. En su gira asiática Chile no logró un solo triunfo, perdió con Corea del Sur y Túnez. Empató con Ghana, pero los africanos ganaron en el ritual de los doce pasos.
Con lo de esta madrugada Chile suma ya cinco encuentros seguidos sin ganar (se quedó con la “ghana”). Es más, la selección igualó un registro negativo que estuvo imperturbable por casi un siglo.
Como lo plantea el diario electrónico deportivo En Cancha, tuvieron que pasar 98 años para que “La Roja encadenara cinco partidos consecutivos oficiales, por los puntos o amistosos, sin marcar un gol. Para remontarse al momento en que la escuadra nacional vivió tan asombrosa sequía hay que remontarse a una era en que ni siquiera la Liga Profesional de Chile había nacido (..) Nunca después de 1924, la Roja pasó tanto tiempo sin anotar goles. En ese entonces, en los albores de la actividad en Sudamérica y el mundo, la Selección perdió ante Uruguay (2-0), Argentina (4-0) y Paraguay (3-0) en el Sudamericano de Río de Janeiro; cayó por la mínima en un amistoso ante la Albiceleste en Buenos Aires, y registró derrotas ante los Charrúas (5-0) y nuevamente ante los argentinos (2-0) en el Sudamericano de Montevideo de 1924”.
El nivel de fútbol chileno es paupérrimo. Las divisiones inferiores no son tomadas en cuenta, prefieren traer a jugadores extranjeros jóvenes que probar a los de la casa, siendo que la “generación dorada” la conformaron estrellas que provenían de las infantiles de cada club como Jorge Valdivia, Alexis Sánchez, Matías Fernández, Arturo Vidal, Charles Aránguiz, Marcelo Díaz, Claudio Bravo, Humberto Suazo, Mauricio Isla… y varios más.
Ganamos campeonatos internacionales o nos acercamos a ellos de vez en cuando, cuando las estrellas se alinean, cuando pasa algún cometa.
Lejos estamos de Argentina, Brasil, Uruguay y Colombia. Cerca estamos de Perú, Paraguay y Ecuador. Quizás solo a Bolivia y Venezuela podemos mirarlos para abajo, a nivel de Selección.
Es nuestra realidad.
Insistir en que se debe trabajar más, que la ANFP, que la “soa” Bachelet tiene la culpa… Es seguir gastando energías que parece que se pierden en el espacio. No somos buenos para la pelota. Somos más o menos nomás. Quizás esas mismas energías se debieran dirigir a otros campos, como la ciencia (dos académicos de la Universidad Técnica Federico Santa María están trabajando en potenciar el Gran Colisionador de Hadrones); la literatura, la pintura o el macramé.