Por José Ossandón
Periodista
Director de La Región Hoy
Mi papá era un tipazo. El mejor papá del mundo, yo era chiquitito y lo miraba para arriba y me decía “qué grande es mi papá”. Mi papá era ingeniero químico pero su vida fue la prevención de riesgos, entiendo que fue uno de los primeros prevencionistas de riesgos del país, cuando la carrera no existía en Chile. Estudió en una universidad gringa que impartía los cursos a los ingenieros en Concepción.
Mi papá trabajaba en ese tiempo en Enami. Partió como químico de la fundición Paipote y poco tiempo después pasó a ser jefe de prevención de riesgos y seguridad en esa empresa que parecía alejada de Copiapó, pero en rigor estaba cerca. Viví en Paipote. Tengo pocos recuerdos de cuando viví en la planta, algunas imágenes se me vienen, cuando usaba una polera amarilla y mi mamá me ponía unos pantalones cortos color negro. Tengo fotos de eso, posando para la cámara delante de un muro, que era de mi casa en ese entonces, con un par de flamencos pintados.
Poco tiempo después nos fuimos a vivir a Copiapó. Lindos recuerdos. Grandes amigos. Mi papá trabajó como 15 años en Enami. Era bacán el caballero. Todos lo querían, era un viejo además de inteligente, muy humano y muy divertido. Todos esperaban que mi papá llegara a las fiestas porque eso significaba… que partía la fiesta.
El Pepe.
Pepe Ossandón, como yo.
Mi papá murió en el 2003 en la clínica Reñaca, prácticamente en mis brazos. El viejo, que la verdad no era tan viejo, de hecho, era joven, falleció en la UCI de la clínica Reñaca a los 58 años, luego de batallar con un cruel y tormentoso cáncer. Sí, al Pepe le dio cáncer a los 52 años, y el peor cáncer que puede existir: cáncer óseo.
Así es, a mi papá le dio un cáncer de mierda. Recuerdo que, ya era periodista y trabajaba en El Mercurio de Antofagasta, cuando le pregunté a su oncólogo: “¿por qué a mi papá le dio mieloma múltiple, el peor de los cánceres? Me dijo: “bueno, por muchas cosas, pero temo que fue por los contaminantes, por Paipote”.
Recuerdo Paipote. La enorme chimenea que lanzaba humo amarillo las 24 horas del día. La oficina de mi papá estaba al lado de ese tubo. Cuando era chico y mi papá llegaba a la casa de la pega hedía a azufre (ahora reconozco ese olor). A veces a mi papá lo mandaban a Ventanas, a ver cómo funcionaba la caldera, no fuera a ser que reventara como pasó en Paipote, cuando unos cinco “viejos”, como les decía el Pepe a sus trabajadores, murieron quemados cuando esa tremenda olla del diablo explotó.
Hoy es el día del padre y no puedo llamarlo porque hace 19 años murió. Lo mató Paipote, cuando a la Dictadura Militar le valía hongo la salud de nuestros padres y madres. Cuando no existía Conama. Cuando el humo que surgía de los tubos recorría los pueblos envenenando a su paso todo ser viviente.
Ventanas es Paipote. Ahora dicen que se va a cerrar. Hace unos años se exhumaron los restos de trabajadores de Quintero-Ventanas para confirmar lo que los abogados de las familias querellantes creían: que murieron enfermos por la contaminación de la fundición.
A veces pienso que con Paipote deberíamos hacer lo mismo, pues no solo mi papá murió joven de cáncer, sino que varios de sus colegas y entrañables amigos.
“Dejemos a tu papá descansar en paz”, me dijo mi mamá hace unos años en Antofagasta, donde el Pepe está sepultado. La idea de exhumar el cuerpo de mi papá se me pasa por la mente varias veces, pero me digo: quizás mi mamá tenga razón; pero también puede ser que mi papá desde sus huesos me dice: estas muertes no pueden quedar impune.
El Presidente Boric dijo el viernes que se cierra Ventanas. Tema complejo, qué duda cabe, pues muchas familias dependen del funcionamiento de esa fundación. Pero la vida de la gente está primero, no quiero que un Pepe muera todos los años por la irresponsabilidad de los gobiernos que aún ponen por delante el dinero, las ganancias para el Estado.
Cuando se acabó la dictadura muchos pensamos que estas cosas no iban a seguir pasando.
Siguen pasando.
Es momento de poner delante de la carreta a las personas, nos somos bueyes.
Feliz día papá, donde estés.