Por José Ossandón
Esta escena justifica todo. La imagen de Anakin Skywalker, con el rostro lleno de cicatrices por quemadura, y su máscara de Darth Vader destrozada por la mitad, dirigiéndose a su maestro Obi-Wan, con «Tú no me mataste, yo me maté» —tras una extrema lucha entre jedis—, debe instalarse en el podio de los mejores momentos del universo de Star Wars.
Muchos usuarios de redes sociales preguntan si habrá una segunda temporada de la serie «Obi-Wan Kenobi», lo entendidos afirman que no.
Es imposible, pues el trabajo de Deborah Chow, quien dirigió esta serie de Disney, quedó muy bien cerrado, no quedó tornillo suelto en esta maravillosa maquinaria.
En Star Wars: Una nueva esperanza (capítulo IV), Luke apenas conoce la leyenda de Obi-Wan Kenobi, solo que era un intrépido piloto que luchó junto a su padre, Anakin, en las guerras clones, contra el Imperio. Con Leia se deduce que había una mayor cercanía, puesto que la princesa acudió al viejo, cuando es capturada por Darth Vader, pero crear una segunda temporada para más aventuras entre ella, su robot LOLA y el maestro jedi… No sé. Sería una perdida de dinero y tiempo.
Por lo tanto no da para una segunda temporada. Y para qué, si así quedó perfecta, con Darth Vader totalmente cautivado por el lado oscuro de la Fuerza; con la pequeña Leia empoderada en su rol de Princesa y guerrera; con un pequeño Luke que las pocas veces que aparece en la serie, lo hace sin mucha idea propia de quién es o de dónde proviene su linaje, él solo sabe que es hijo de granjeros en Tatooine; y con el viejo Ben perdiéndose en el desierto, al destierro.
Y con Darth sentado en su trono, con la marcha imperial de fondo y con el Emperador en lo suyo: incitando a la oscuridad al siempre atormentado Anakin, aunque ahora de él solo quede una máquina demoledora de carne.