Por Sonia Martínez Moreno
Académica Licenciatura en Historia, Universidad Andrés Bello, Viña del Mar
Este año se conmemora el 19 aniversario de Valparaíso como patrimonio de la humanidad. A pesar de los recursos destinados a su restauración, estos no se vieron del todo plasmados y es lamentable su estado actual.
El patrimonio de la ciudad, más que abrirse al mundo y al turismo como un espacio auténtico y bello de Chile, ha sido expoliado y destinado al abandono.
Pareciera que Valparaíso representa el destino de una belleza fatal, especialmente, por la dejación del Estado y las instituciones.
Hace 17 años, cuando estudiaba Arte en Cerro Alegre, el ambiente era festivo, había murales, galerías con artesanía y turistas conociendo la ciudad; era como un carnaval en que las casas eran volantines pegados a los cerros.
Hoy, el ánimo ha cambiado y parece que el cuidado del patrimonio es incompatible con las crisis socioeconómicas.
El miedo y la violencia se apoderan de los lugares que amaba recorrer.
Lo que conforma la belleza del paisaje porteño es parte de la identidad de sus habitantes: los ascensores, los chinchineros, los trolebuses, los museos, las casas coloridas, todo eso que no debemos permitir que desaparezca, pues la preservación del patrimonio es la demostración del amor que el Estado y la ciudadanía expresa por su tierra, en este caso, llena de historias y colores.