En tiempos preelectorales, la palabra cobra una importancia clave. Ya no se trata de qué se dice, sino cómo se dice, lo que explicaría los ataques, respuestas y defensas que inundan las redes sociales.
Así lo advierte el doctor Juan Pablo Reyes, lingüista de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), quien en este contexto político saca a colación lo que algunos saben, han escuchado o practicado (incluso solo por si acaso), como es el caso de los conjuros, ensalmos, supersticiones, perjurios, juramentos y sacramentos.
El académico explica que se trata de expresiones en los que se utilizan frases mágicas que son parte de rituales, costumbres y creencias de todos los pueblos de la tierra.
Agrega que recurrimos a dichas expresiones lingüísticas cuando, por ejemplo, se nos presentan disyuntivas electorales, desafíos laborales y complicaciones en la salud, cuando queremos ganarnos una beca y al momento aceptar la responsabilidad de un cargo.
Es en ese tipo de circunstancias —dice— que recurrimos al lenguaje como un instrumento mágico, como la varita del mago o nuestras manos y brazos en posiciones específicas, que ayudan en exorcismos, rogativas, sahumerios, mandas y penitencias.
“También son parte de estas situaciones comunicativas religiosas y paganas, objetos especiales que adquieren un valor sobrenatural, los que se conocen como amuletos, fetiches, talismanes, efigies, tótem, guayacas, filacterias; dentro de los más populares están las medallitas, las pulseras y el escapulario, y, tanto o más reconocidos, son la cruz de paico, la escoba y la trenza de ajo, detrás de la puerta, la medallita con la cinta roja para el mal de ojo y que son igual de poderosos que el ‘abracadabra patas de cabra’ y el ‘ábrete sésamo’”, asegura Reyes.
Mirada académica
Desde un análisis más académico, comenta que dentro de las lenguas románicas aparecen variadas expresiones, como el latín “Vade retro satanás”, conjuro que se usa para sacar el mal del cuerpo. En español “que la boca se te haga un lado”, la que se utiliza como conjuro para cuando alguien ha mencionado posibles males. O el conjuro esperanzador “Santa Ana pario a María, Santa Isabel a San Juan: con estas cuatro palabras los perros han de callar”. En italiano: “in bocca al lupo” para la buena suerte.
En la sabia lengua gallega se dice en situaciones complicadas “malo será”, que quiere decir que a pesar de lo malo siempre habrá ilusiones y tiempos mejores.
Agrega que, en lengua mapuche, se conoce el chillido del chonchón que anuncia la muerte de alguien y el chucao que canta a la derecha o izquierda del viajero y según esto será bueno o malo su camino.
En obras como Edipo Rey, de la literatura medieval, Harry Potter y los fascinantes encantadores y encantamientos en El Quijote de la Mancha, se encuentran importantes ejemplos de este fenómeno idiomático que da sentido a un mundo más bien inmaterial, cuyos seres están en el mundo del inconsciente, de la memoria ancestral, de los sueños.
Incluso, se pueden agregar las frases y palabras repetidas tres veces que emplean en la actividad teatral, “mucha mierda” y “rómpete una pierna” o no pronunciar la palabra “víbora”.
“El lenguaje nos permite ser, a veces, brujos, curanderos, curanderas, medium, sacerdotisas, pitonisas, druidas y delfos. En definitiva, el habla permite invocar espíritus, llamar a las energías positivas y a las negativas, bendecir y maldecir. Las palabras funcionan como un axis mundi, un eje comunicante entre el abajo y el arriba, lo infra y lo supra, una escalera al cielo”, añade el especialista.
A lo anterior, Reyes suma frases milagrosas que se usan cuando, por ejemplo, nos quitamos el primer diente de leche y hacemos un llamado al ratoncito, a las hadas y a los duendes, considerando además que los dientes son un importante amuleto, los usaban los vikingos en forma de collares, otros grupos aun usan dientes de animales que tenían habilidades especiales, como leones, osos y tiburones.
Las bodas
Los ejemplos siguen: en las bodas se escucha casamenteras diciendo “San Cucufato bendito/con gran favor te lo pido,/haz que me sueñe esta noche/ quién ha de ser mi marido”.
Agrega las conocidas en Chile con el nombre de “doce palabras redobladas”; y en España y resto de Latinoamérica, como las “doce palabras retornadas o retorneadas”.
Continúa: “Dígame la una, dígame las dos, y así hasta 12 y se responde digo la una que es una, la virgen María parió en Belén, y siempre quedó pura, digo las dos”… y se van haciendo rimas hasta llegar a la docena.
Esta es una de sus tantas versiones. Y por último —recuerda el doctor Reyes— para sacarse las verrugas acudimos a este tipo de repertorio lingüístico con connotaciones cómicas: “San Cojonato,/un cojón te ato,/ hasta que no me quites la verruga,/no te lo desato».
“Todos estos ejemplos son reales y forman parte de nuestra cultura o de otras culturas. Por eso, no puedo dejar de mencionar que, al acercarnos a las votaciones, percibo que está apareciendo una especie de nueva jerga astrológica con un fuerte componente sociopolítico que funciona a la carta, creando, quizá confabulando, así, tarotismos léxicos referidos a los gobernantes y al proceso constituyente”, concluye.