Los conflictos sociales, políticos, sanitarios y de inseguridad social que se distribuyen por el mundo —con especial énfasis en Latinoamérica— desatan inquietudes y pocas certezas en la planificación y la toma de decisiones de los agentes económicos, provocando desincentivos en la inversión, precios de los activos a la baja y disminución de la confianza de oferentes y demandantes.
Las decisiones de las empresas se vuelven insensibles, tanto a cambios en las tasas de interés, precios y salarios, como a impulsos de demanda, reduciendo la efectividad de la política monetaria y fiscal.
Según Carolina Erices, profesora de ingeniería comercial de la Universidad Federico Santa Maria (USM), “en nuestro país el escenario a partir del último trimestre 2019 y a solo días del plebiscito de salida, ha generado también las incertezas propias del proceso político y social. Y aun cuando las cifras económicas siguen siendo azules, el decrecimiento en el PIB, la volatilidad cambiaria y la inflación en alza, hacen pensar que la economía nacional se enfrenta a un posible estancamiento económico”.
Ante este escenario cabe preguntar ¿se está en recesión técnica? La experta señala que en rigor un país se encuentra en este caso cuando se registran contracciones del PIB nacional durante dos trimestres consecutivos, lo que se visibiliza con el debilitamiento de los indicadores macroeconómicos como el empleo, nivel de precios, consumo interno, capacidad de pago y cifras en la producción.
“Después del aumento del 11,7 % que registró el Producto Interno Bruto (PIB) en 2021, impulsado por la reapertura tras la pandemia y un exceso de liquidez de las familias, la actividad económica comenzó a ralentizarse con el pasar de los meses. Si se revisa las cifras y se toma la variación trimestral del PIB desestacionalizado, se exhibe que la caída del producto en el primer trimestre fue de 0,8 %, mientras que, en el segundo el dato indica un 0,0%. En cuanto a la demanda interna, tenemos dos trimestres consecutivos de caídas durante este año 2022: -0,6 % y un -0,9 % respectivamente, lo que indica que la trayectoria de la demanda interna está entrando en una fase recesiva”.
Crecimiento
Erices señala que los datos muestran que la actividad económica del país dejó de crecer y empieza a contraerse. “De sostenerse esta situación y considerando que la publicación de las cifras económicas se entrega con rezagos, permite estimar que el país está entrando en una fase recesiva que se extenderá por todo el segundo semestre y que continuará muy probablemente el primero del próximo año”.
La profesora de la USM concluye que “más allá de si estamos o no en recesión, estas cifras de crecimiento son muy preocupantes porque en definitiva, se traducen en menores recursos para las personas; los salarios, el empleo, la recaudación fiscal, todo depende finalmente de las cifras de crecimiento. Por tanto, considerar las razones del aumento de la incertidumbre y dar certezas en el ámbito político y económico, parece ser una buena estrategia para atenuar el impacto negativo en la economía local”.