Una invitación a hacer un ejercicio de observación, a la vez que una investigación sobre lo que él mismo siente acerca de la escultura, es la exposición “Barrer con la mirada”, de Andrés Figueroa, que se está presentando en la sala El Farol del Centro de Extensión de la Universidad de Valparaíso hasta el viernes 4 de noviembre.
El nombre de la muestra se debe a que “básicamente lo que hago es una invitación a mirar lo que hay en esta sala, los artilugios que conforman esta escena escultórica. (…) A observar cómo está abordado este tratamiento de los materiales, qué es lo que genera los distintos contrastes de la propuesta estética”, explica el escultor.
La exposición aborda la comprensión de la escultura por parte del artista. Señala Andrés Figueroa: “Se cumplen veinte años desde que yo entro en el camino de la escultura a través de mis estudios en la Escuela de Bellas Artes y siento que esto es un proceso que ha llegado a un punto en que puedo investigar acerca de lo que yo siento acerca de la escultura, que ya no solamente es la forma por la forma ni el material por el material, como lo que ocurre cuando uno es emergente. Finalmente, lo que se transforma acá es un diálogo constante con el dibujo, con el material. (…) Hay harto proceso complementario, de investigación también, de observar, de ver cuándo la curva está limpia, cuándo está suave, hay varios procedimientos de por medio”.
Apunta Figueroa que la forma de las obras responde a que “hay un método constructivo de por medio, constructivismo le llamaban en aquellos años. Aquí hay más que un guiño, creo que esto es una herencia de lo que fue el constructivismo en años pasados, que finalmente se traduce en lo que uno construye o que es capaz de construir, porque esto es como hacer ropa: se trabaja con plantillas, con dibujos, hay algún apoyo tecnológico menor; esto no está cortado con CNC, por ejemplo: está cortado con la mano, con un esmeril angular, pero en mano. Hay una plantilla, pero todo después se afina de acuerdo al ojo. (…) El fin de ese proceso es entender que mediante toda esta metodología puedo llegar a estos resultados”.
Corte y confección
Las piezas expuestas son metálicas, a excepción de una obra azul de cemento. En cuanto a las primeras, explica, “trabajo con planchas; es como género, por eso decía que es como hacer ropa: corte y confección. Trabajas por capas, armas un cuerpo, un volumen, a través de una técnica antigua, súper conocida, que es carpintería metálica: corte, adición, se suelda, se pule y después se hace un tratamiento químico, en este caso para lograr estas texturas, esto que corresponde más a los grafismos que integran las propias manchas de los cortes, de las soldaduras, del calor, de la humedad. Aquí hay experimentación”.
Sobre la escultura azul, “Alma en el espacio”, Figueroa sonríe y dice “lo he dicho muchas veces antes, el azul es un gusto. Me dan ganas como de decir ‘azul, y qué’”. El color, cuenta, se origina a consecuencia de su constante participación en simposios internacionales de escultura, en los que, junto con sacar el taller a la calle, “se arman parques con las esculturas y ahí comencé a ver que el azul siempre se conectaba con el cielo. Creo que el azul se quedó no más, es mi manera de asociar materiales, generar contrastes, eso me incentiva, es fundamental que haya blancos, negros, grises, no puede ser todo claro”.
Retro pero actual
Sobre la presencia de la escultura en el espacio público, comenta Andrés Figueroa: “La escultura siempre está en la calle, siempre está representando algo. En este caso, mi escultura es súper abstracta y tampoco estoy haciendo nada nuevo: en realidad vengo a refrescar mi propia escultura, mi propio sentimiento hacia los materiales. Siempre he estado ligado a la construcción, desde pequeño; mi papá me hizo estudiar en una escuela industrial y ahí parte en realidad todo ese camino, esa búsqueda, la estética. Yo siento que esto es muy retro, muy de los años setenta, y es cierto, pero está ocurriendo ahora; hay personas que nos atrevemos a hacer cosas que en realidad sentimos, de alguna u otra forma, y las hacemos ahora. Y esto es bastante trabajo, mucho trabajo”.
Al respecto, el artista explica que en la exposición en El Farol hay obras que corresponden a tres etapas: “Una inicial, que es ‘Resistencia al medio’, una escultura que se hizo el 2020 en la pandemia; aquí yo profundicé un poco más en la investigación que había iniciado el 2018. Luego, en el 2021 hice ‘Cronom’, que tiene que ver con el tiempo, con la observación astronómica horizontal —soy aficionado a eso—, por eso tiene un toque estelar, las elipses representadas. Y en el 2022, cuando ya teníamos el proyecto en esta sala, entré al taller a hacer las cinco restantes, grupo en que está ‘Umbral’, que tiene mucho tiempo de trabajo, la que más trabajé, seis meses desarrollando, logrando que se apoye donde se apoye, no es menor. Y el azul, como te decía, es un gusto”.
Andrés Figueroa destaca un elemento importante del trabajo escultórico: “Hacer esto conlleva un trabajo colectivo, una persona sola no puede. Lo aprendido en los simposios de escultura es eso: el trabajo en equipo, todos conviven con todos. Y en este caso, detrás de todas estas esculturas hay un trabajo muy grande, hay muchas personas que han apoyado y creen en esto, y además hay una persona que ha estado codo a codo construyendo esto, que es Gonzalo Tobella, mi amigo, gran amigo, profesor, que ha sido de la parte constructiva, de la parte creativa, de la parte de conversar con la escultura, de aprender con la escultura”.
La exposición “Barrer con la mirada”, que fue inaugurada el pasado viernes 7 de octubre, puede ser visitada por el público con entrada liberada, de lunes a viernes, de 10 a 17 horas, en la galería ubicada en Blanco 1113, Valparaíso.