Por José Ossandón
Chile hoy es un saco roto.
Un país donde el concepto “roto” trasciende en su historia. En algunos países de nuestro continente nos conocen como los “rotos chilenos”. He sido testigo de ello, con simpatía me decían en Perú “el rotito chileno”. ¿Por lo huaso?, pregunté. No sé, me respondieron, pero que son rotos, son rotos.
Chile no es un país de rotos, estamos rotos, estamos quebrados, fracturados. Partidos. Un país donde no se tiene claro quién empezó con el jaleo, quién se impuso como patrón en un territorio lleno de obreros que se dividían entre: quienes querían al jefe muerto, colgado; y los que preferían dejar las cosas como son y dedicarse a la pega nomás… Total, hay que trabajar.
El saco roto también derivó muy bien como una frase que encaja con personajes típicos de nuestro país: el viejo del saco. Muchos tuvimos pesadillas con ese anciano cochino que cargaba un saco lleno de cosas, entre ellas niños, cabros chicos que se portaban mal con los papás.
Chile sigue siendo un saco roto.
Una bolsa que no tiene fondo.
Quien llega a ser atrapado por ese saco termina cautivo por mucho tiempo. Con suerte se puede respirar envuelto por el tejido grueso de esa bolsa marrana.
Chile siempre ha estado cautivo en ese saco que, aunque roto, hay mirillas donde podemos divisar el sucio camino hacia la libertad, el progreso y cuántos letreros nos ponen para dirigir el paso hacia el destino monopólico de quienes ostentan el poder.
Hoy Chile tiene el saco roto más grande de su historia.
Nadie sabe hacia dónde nos llevan en ese tremendo costal. A veces se aclara la senda y vemos luces; otras, el saco es tan pesado que nos arrastran y sentimos las piedrecillas del pavimento.
Chile no está llenos de rotos, solo somos chilenos apresados, capturados, por un viejo de mierda que se afana de ser el dueño de nuestros huesos.
Es hora de rasgar el saco, y entre tanto zarandeo, de tanto bamboleo, agarrar a palos al viejo petulante y ponernos todos a coser la bolsa y terminar con ese eterno abuso de cargarnos como cachureos.