Por Isaías Sharon
Psicólogo organizacional y fundador de HPI International
Para nadie es novedad decir que los profesionales de las ciencias, tecnologías y matemáticas son cada vez más requeridos en el mundo laboral, dado que en la actualidad todas las empresas han tenido que sumarse a la transformación digital y muchas de ellas convertirse en empresas tecnológicas. Sin embargo, esto no ocurrirá si las empresas y universidades siguen actuando por separado para reducir la brecha de profesionales en las áreas STEM.
La brecha de profesionales STEM no es únicamente el hecho de que falten más y mejores especialistas en estas áreas para satisfacer los requerimientos del mercado del trabajo y el desarrollo económico de los países, sino que persiste la brecha entre hombres y mujeres, que es otro de los objetivos que se busca disminuir. Para que esta situación pueda ser superada, no basta con discursos de intenciones, sino que se requiere un trabajo conjunto entre las instituciones para convertirlo en una realidad.
Tan solo el 28% de los profesionales en STEM son mujeres, y son menos del 17 % de la fuerza laboral en ingenierías y arquitectura.
Ahora bien, para poder resolver esta situación debemos comenzar desde la educación escolar, ya que según cifras de UNICEF, podemos encontrar que, el 70 % de las personas asocian las ciencias con los hombres; en India, más de la mitad de los contenidos de ciencias muestran a niños, versus solo el 6 % en que figuran niñas, y en Reino Unido, más del 25 % de las niñas señalan que se les impidió trabajar en áreas STEM por ser dominadas por hombres.
De esta manera, tanto en la educación superior como en el mundo de las empresas es posible comenzar a hacer la diferencia, la que será más notoria si se realiza de forma coordinada por ambos mundos: quienes forman profesionales y quienes los contratan.
Por otro lado, es necesario que tanto la formación como el trabajo sean más flexibles, facilitando la incorporación de mujeres, quienes en muchos casos deben cumplir otras funciones de cuidado de sus familias, dificultando su proceso formativo y/o laboral.
Por ejemplo, crear programas conjuntos de mentoría que alienten y promuevan nuevas oportunidades para el aumento de profesionales en STEM y mayor equidad en la cantidad de hombres y mujeres que aportan su talento en estas disciplinas.
Establecer criterios realmente imparciales de evaluación, como pruebas estandarizadas que evalúen habilidades y competencias, dejando fuera temas culturales que muchas veces acaban segregando a personas talentosas, tanto en el ingreso universitario como en las contrataciones laborales.
Estamos en una época en que las disciplinas STEM son fundamentales para el crecimiento de la sociedad, el desarrollo de la innovación y la construcción de mayor bienestar, por lo que necesitamos que más, mejores y más diversas personas puedan aportar a que la brecha disminuya y las oportunidades puedan ocurrir de manera más justa para todas las personas.