Un valioso trabajo de investigación realizado por académicos e investigadores de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), el cual estudió la vulnerabilidad ecofisiológica, la capacidad de aclimatarse a las condiciones de radiación y las respuestas de tolerancia frente a los estresores derivados del cambio climático sobre la macroalga parda Lessonia spicata, fue publicado en la revista especializada Frontiers in Plant Science.
Se trata del artículo científico “Daily changes on seasonal ecophysiological responses of the intertidal brown macroalga Lessonia spicata: Implications of climate change” (“Cambios diarios en las respuestas ecofisiológicas estacionales de la macroalga parda intermareal Lessonia spicata: Implicancias del cambio climático”). Un estudio que se extendió durante las cuatro estaciones de un año, en la zona central del país, mediante seis experimentos de ciclos diarios diferentes dentro de cada estación. Lo anterior, acompañado de un conjunto de análisis bioquímicos, como fotoprotección, pigmentos, estrés fisiológico, capacidad antioxidante y mediciones de la actividad fotosintética del alga.
“Los resultados mostraron que, durante la primavera y el verano –estaciones de mayor estrés abiotico–, estas macroalgas incrementaron su capacidad fotosíntética, logrando así ser más productivas en esas estaciones. Asimismo, nos dimos cuenta que en concordancia con la disponibilidad de radiación y nutrientes en el transcurso de la primavera, hubo también variaciones en su comportamiento fisiológico”, explica la Dra. Paula S.M. Celis-Plá, académica y directora del Laboratorio de Investigación Acuática Ambiental (LACER, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Playa Ancha y del HUB Ambiental de la misma casa de estudios, y la autora principal del artículo.
Importancia ecológica
Consultada respecto de la relevancia de esta especie en particular, la doctora Celis-Plá indica que “es una especie muy importante desde el punto de vista ecológico, ya que provee y estructura hábitat para otros organismos como invertebrados y peces”. Acota la académica que este es un factor clave con miras a las conclusiones del estudio, las cuales sugieren que cuando este tipo de macroalgas tienen menos disponibilidad de nutrientes, producto de los cambios estacionales, y están expuestas a una mayor radiación (energía de la luz solar) y temperatura del agua, las algas se vuelven más productivas a nivel de contenido de pigmentos y compuestos fotoprotectores.
“Esto es sumamente importante, porque el cambio climático va a empeorar esos cambios estacionales y, por lo tanto, este trabajo permite robustecer la evidencia que nos permite predecir que este tipo de algas podrían ser menos vulnerables, tolerar mejor los incrementos de los estresores ambientales derivados del calentamiento global y aclimatarse de mejor forma a las condiciones que se esperan a futuro, siendo también uno de los organismos que puede absorber el CO2 atmosférico y contribuir a la mitigación del cambio climático”.
En esa línea, sus características le otorgan una gran relevancia a nivel económico, ecosistémico y social para el país, pues “desde el punto de vista de la conservación, los hallazgos de nuestra investigación contribuyen a sentar las bases para generar políticas públicas en función de su cuidado y conservación”.