Por Patricio Arroyo Jofré
Director de Escuela de Pedagogía en Educación Física U. San Sebastián
Presidente del Consejo Académico Nacional de Educación Física
Recientemente se ha publicado el Mapa Nutricional 2021 elaborado por la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB), el cual revela que los niños de Chile presentan una alta tasa de prevalencia de sobrepeso y obesidad, llegando algunos a tener obesidad severa. Claramente un diagnóstico poco alentador.
En paralelo, conocimos cifras del Reporte Global de Actividad Física elaborado por Active Healthy Kids Global Alliance (AHKGA), realizado por varias universidades —entre ellas la U. San Sebastián— que posiciona a Chile en el 5º lugar de los países menos activos en un universo de 57 naciones.
Además de preocuparnos, estos resultados nos hacen reflexionar sobre cuáles deben ser las medidas que deben implementarse para revertir esta triste realidad.
Debemos revisar la política pública y dar énfasis a la promoción de la salud.
Nuestra sociedad ha cambiado y cada vez más nos encontramos frente a nativos digitales poco adeptos a realizar ejercicio o deporte. Si bien se han implementado acciones desde el punto de vista nutricional, como la cantidad de calorías que debiese recibir un niño en su colegio, no nos hemos preocupado de cuanta actividad física debiesen realizar estos.
Aún existen diferencias en la cantidad de horas que deben tener de educación física, además de la voluntariedad de este ramo en tercero y cuarto medio.
Es necesario destacar que la actividad física es un medio protector de la aparición de enfermedades asociadas a la inactividad y además permite controlar el peso corporal si la combinamos con una dieta adecuada. La tarea es trabajar en conjunto con los padres para que existan hábitos de vida activa en nuestros niños; es la única forma de que al ser adultos tengan incorporado el concepto de salud y ejercicio.
Si se logran implementar medidas no solo desde la asignatura de Educación Física y Salud, sino desde la política ministerial mediante escuelas y quioscos saludables, recreos y pausas activas a los estudiantes y profesores; y actividades extraprogramáticas familiares, donde el colegio sea un lugar de encuentro para realizar deporte y actividad física, lograremos marcar la diferencia.