Por Silvio Becerra Fuica, Profesor de Filosofía y Diplomado en Gestión Integrada de Zonas Costeras
El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (PICC), máxima autoridad mundial sobre el cambio climático, es la instancia que ha dedicado los mayores esfuerzos conjuntos al estudio y difusión de la realidad del cambio climático y de sus consecuencias presentes y futuras, situación que en este momento está en manos del hombre poder paliar, para impedir que siga aumentando el daño irreversible que se está provocando a la naturaleza y sus procesos.
Este panel está compuesto por un grupo intergubernamental de expertos sobre cambio climático, coordinado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que tiene como principios la apertura y transparencia, cobertura total y pluralidad en el tratamiento de estos temas. Se originó en los decenios 1960- 1970, producto de la voz de alarma entregada por científicos del mundo a la comunidad internacional, acerca de que las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera estaban aumentando.
Tuvieron que pasar años para que esta denuncia de los científicos tuviese una respuesta, la que se tradujo en la creación en 1998 de un Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC). Su primer informe de evaluación elaborado con el aporte de aproximadamente 400 científicos, afirmaba que el calentamiento atmosférico era real y que la comunidad internacional debía hacer algo para evitarlo.
Estas conclusiones alentaron a los gobiernos a la aprobación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). La negociación fue rápida, quedando lista para su firma en la Conferencia de las Naciones Unidas de 1992 sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, conocida como Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro.
Actualmente el PICC tiene una función claramente establecida, que, en vez de realizar sus propias investigaciones científicas, examina las investigaciones realizadas en todo el mundo, publica informes periódicos de evaluación y compila informes especiales y documentos técnicos.
Las observaciones del PICC, por reflejar un consenso científico mundial y ser de carácter apolítico, son un contrapeso útil en el debate, con frecuencia muy politizado, sobre qué se debe hacer con respecto al cambio climático.
El cambio climático es una consecuencia del calentamiento global, el que comenzó a manifestarse con la Revolución Industrial, la que se caracterizó por la creación de un nuevo modelo de producción y de consumo, que fue el punto de partida para la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera en cantidades más allá de lo que sería natural y sostenible.
No obstante que los GEI son beneficiosos y necesarios para la habitabilidad de la tierra, su aumento descontrolado ha provocado que la temperatura del planeta aumente ostensiblemente, generando procesos que se conocen como calentamiento global, el efecto invernadero y por ende el temido cambio climático. Algunos de los países que lideran estas emisiones son Estados Unidos y China, los que han sido renuentes a plegarse a los esfuerzos tendientes a la disminución de los GEI..
Es posible predecir según datos aportados por el PICC, que, para el presente siglo, producto de este cambio climático, se producirán preocupantes aumentos de la temperatura global, con el consiguiente aumento del nivel del mar por los deshielos, extinción de un 30% de las especies vivas conocidas, afectación de ecosistemas de corales, zonas polares, la tundra, los bosques boreales, ecosistemas marinos en general, incluyendo los recursos pesqueros. Ante este panorama, los principales afectados son y serán los pobres más pobres del mundo, según lo señalado por el PICC.
Las conclusiones a que ha llegado el PICC, es que todos las manifestaciones desbordantes de la naturaleza conocidas hasta ahora, son manifiestamente obra del hombre (efecto antropocéntrico), y por lo tanto, la primera medida a tomar para pensar en una posible solución a este problema, es que como seres humanos tomemos conciencia de nuestra responsabilidad en el daño provocado, para posteriormente con certeza proceder a buscar las soluciones, que indiscutiblemente habrán de ser de tipo global, dado que emisiones de gases invernadero existen en todas partes del mundo.
Efecto invernadero
Los gases de efecto invernadero (GEI) representan el 1% de la atmósfera, que se puede entender como una especie de manto que rodea a la tierra, que retiene el calor y mantiene el planeta 30° C más caliente que si este no existiese. Este manto se hace cada vez más grueso, como consecuencia de las actividades humanas, aumento que tiene que ver con las emisiones de dióxido de carbono resultantes de la combustión del carbón, el petróleo y el gas natural, el metano y el óxido nitroso, producidos por las actividades agrícolas y los cambios en el uso de la tierra.
Estos cambios están ocurriendo a una velocidad sin precedentes, debido a que el hombre quema carbón, petróleo y gas natural a una velocidad muchísimo mayor que el ritmo con que se crearon dichos recursos. El carbono almacenado en los combustibles se libera en la atmósfera y perturba el ciclo del carbono, sistema con miles de años de antigüedad y perfecto equilibrio, a través del cual se produce un intercambio de carbono con el aire, los océanos y la vegetación terrestre. Actualmente se están elevando los niveles atmosféricos de carbono, con lo que se perturba un equilibrio conseguido desde tiempos inmemoriales.
Debido a las emisiones de gases pasadas y actuales, cierto grado de cambio climático es ahora inevitable, como resultado de más de 160 años de industrialización y de calentamiento atmosférico que repercutirá en la naturaleza por cientos de años, aún cuando se reduzcan estas emisiones.
Algunas muestras del cambio climático, es posible apreciarlas en los cada vez más frecuentes ciclones y huracanes, como también las inundaciones y sequías cada vez más numerosas e intensas. Los científicos ven en estas manifestaciones una prueba de que el cambio climático ha comenzado ya, convirtiéndose en una realidad indesmentible.
Como efecto futuro se prevé para este siglo XXI aumentos en la temperatura atmosférica, y notables aumentos en el nivel del mar, lo que pudiese considerarse desde una mera perturbación hasta una catástrofe. La subida del nivel del mar reducirá la calidad y cantidad de los suministros de agua dulce.
Consecuencialmente, la mayor parte de las especies en peligro del mundo (25% de mamíferos y 12% de aves), pueden desaparecer en los próximos decenios a medida que la subida de la temperatura modifique la situación de los bosques, humedales y pastizales que constituyen la base de su subsistencia. Junto con esto, se ampliará el radio de acción de algunas enfermedades peligrosas, como el paludismo, que provoca cada año la muerte de un millón de personas, niños en la mayoría de los casos.
Convenciones de Río
Cambio climático, biodiversidad y desertificación, son las tres convenciones que se dieron a conocer en la llamada Cumbre de Río en el año 1992, las que entre sí están íntimamente relacionadas, debido a que el cambio climático afecta directamente a la biodiversidad y a la desertificación. Cuanto más intenso sea el cambio climático y mayor sea su alcance, mayor será la pérdida de especies vegetales y animales.
El año 2001 se estableció un grupo conjunto de enlace entre las secretarías de las tres convenciones, con el fin de compartir información, coordinar actividades y establecer medidas que permitan combatir simultáneamente los tres problemas, que es lo que en jerga internacional se conoce como sinergia.
Informe Stern
Así como es posible destacar el eficiente trabajo realizado por el PICC en relación al cambio climático, también es importante destacar un brillante trabajo relacionado en este tema, que ha sido el centro de las discusiones y análisis de los más importantes foros relacionados con cambio climático. Se trata del llamado Informe Stern, que nos habla de los posibles impactos presentes y futuros de las economías del mundo, como resultado del cambio climático.
Este informe denominado “El cambio climático y su efecto en la economía mundial” fue elaborado el año 2006 por Sir Nicholas Stern a petición del ex primer ministro del Reino Unido Tony Blair, quien consideró este trabajo como el informe más importante publicado durante su mandato, que fuera publicado el 30 de octubre de 2006.
El Informe Stern ha dado la vuelta al mundo y es el primero encargado a un economista en lugar de un climatólogo. Según Stern respecto del cambio climático, el mundo tiene que actuar ahora o de lo contrario tendrá que enfrentarse a consecuencias devastadoras.
La importancia de este informe reside en que sus resultados, como ya se dijo, no son producto de un grupo de expertos en clima, sino que obra de un economista, que tuvo la capacidad de sustraerse del modo económico de interpretar la realidad, para migrar al entendimiento de que todo manejo y desarrollo en las economías del mundo depende de la interrelación entre éstas a nivel de las diferentes naciones, lo que hace que sus resultados, buenos o malos sean dependientes de causas exógenas, que van más allá de la calidad del trabajo realizado por un país en particular.
Este informe dio en el blanco de una manera fulminante e irrebatible, debido justamente a que su gran aporte surge como ya vimos, de estudios realizados desde un ámbito diferente al tradicional para el tratamiento de temas relacionados con el cambio climático, lo que concitó el interés de las economías más desarrolladas del mundo. Este estudio, frío y contundente demuestra como el cambio climático ya está afectando el crecimiento económico de dichos países y por ende su sustentabilidad ambiental y social. Demás está decir que, si las consecuencias son graves para los países ricos, para los países más pobres es una catástrofe declarada.
Stern en base a los más destacados estudios científicos sobre cambio climático, pronostica que este es solo el comienzo, y que, de no mediar una rápida, urgente y sostenida acción, tendiente a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, la situación económica mundial seguirá en un claro deterioro, que no ofrecería alternativas posibles de mejoramiento. Las repercusiones de esta situación, la sentirán de manera directa, nuevamente, los pobres del mundo, que verán aumentadas las actuales dificultades para su sobrevivencia.
Como una manera de enfrentar el problema de la necesaria reducción de las emisiones de gases invernaderos, se creó primeramente la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), la que entró en vigor en 1994. Dicha Convención mostró algunas debilidades y falencias relacionadas con lo poco enérgico de sus acciones, como para resolver los problemas que trata de solucionar.
Ya en 1995 los gobiernos iniciaron negociaciones sobre la creación de un protocolo o acuerdo internacional, que permitiese suplir las deficiencias del tratado existente, el cual fue aprobado en 1997, con el nombre de Protocolo de Kyoto.
Protocolo
En una breve reseña de este protocolo, es posible decir, que la principal característica de éste, es que tiene objetivos obligatorios relativos a las emisiones de gases de efecto invernadero, para las principales economías mundiales, que lo hayan aceptado.
Los informes del PICC fueron importantes en las negociaciones que dieron lugar al Protocolo de Kyoto, segundo tratado internacional más ambicioso sobre el cambio climático, que entró en vigor el 16 de febrero de 2005, después de que 55 naciones que suman el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero globales lo ratificaron. El protocolo solicita que los países industrializados reduzcan sus emisiones de GEI, en aproximadamente un 5,2% por debajo de los niveles de 1990, para el período 2008 – 2012. Entre los países industrializados que se negaron a ratificar el protocolo, están Estados Unidos y Australia
Este protocolo constituyó en su momento, el único mecanismo internacional para enfrentar el cambio climático y minimizar sus impactos. Para ello contiene objetivos legalmente obligatorios para que los países industrializados reduzcan las emisiones de los seis gases de efecto invernadero de origen humano, como dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), y oxido nitroso (N2O), además de tres gases industriales fluorados: hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azúfre (SF6).
Como es posible apreciar, son variadas las instancias y convenciones que se han creado, con el fin de enfrentar el cambio climático y sus secuelas, entre las que se destacan por su importancia, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, Cumbres sobre cambio climático, el Protocolo de Kyoto, el Acuerdo de París y la actual COP-27, de las que mucho se espera, pero que lamentablemente mientras los países más industrializados no se integren de hecho a estos tratados, la posibilidad de reducir los gases de efecto invernadero a nivel global serán un esfuerzo cuesta arriba, que solo entregará resultados parciales.
Para el éxito de los objetivos del Protocolo de Kyoto, del Acuerdo de París y de la COP-27, es imperativo que todos los países con mayores porcentajes de emisión de gases de efecto invernadero se sometan a esta regulación, única manera de disminuir y aplazar en el tiempo el colapso anunciado, asegurando de este modo un mundo habitable para las generaciones venideras.
No olvidemos que el Acuerdo de París (2015) considera como uno de sus principales objetivos a largo plazo, limitar el incremento de la temperatura global, por debajo de los 2°C para finales de siglo, única forma de que la humanidad persista; para lo cual deberá repensar y corregir su perjudicial modo de vida, que en definitiva es el que nos ha llevado a la actual crisis de cambio climático, que no es más que el resultado de la desmesurada acción antrópica que conlleva inevitablemente a un proceso de gran entropía planetaria, que ya pareciera ser irreversible, ante la cual ya no existiría un futuro sostenible para las generaciones venideras. ¡Compromiso incumplido del hombre para el hombre!