Cuando los turistas inunden Qatar para la Copa Mundial de la FIFA a fines de este mes, se encontrarán, probablemente sin saberlo, en las instalaciones que 2.800 trabajadores norcoreanos ayudaron a construir. El problema de lo anterior es que el gobierno de Corea del Norte se quedó con hasta el 90% de los salarios de los obreros.
Según un informe de mayo de la administración de Biden, el “gobierno de Corea del Norte retiene hasta el 90 por ciento de los salarios de los trabajadores en el extranjero, lo que genera un ingreso anual para el gobierno de cientos de millones de dólares”.
Los deslumbrantes hoteles nuevos y los estadios ultramodernos construidos para el mayor evento de fútbol esconden una horrible realidad: las deplorables condiciones de vida y de trabajo de las personas que los construyeron y los gobiernos que estaban ansiosos por explotar su trabajo para obtener ganancias.
Para el régimen de Corea del Norte, estos trabajadores en el extranjero eran una forma útil de evadir las sanciones internacionales y ganar divisas, en parte para financiar sus florecientes programas nucleares y de misiles. Para los qataríes, era una fuente barata de mano de obra dócil, según Foreign Policy.