Por Valeria Pérez de Arce, Docente Enfermería, U. Santo Tomás sede Viña del Mar.
Como es de conocimiento público, a nivel mundial la población está envejeciendo, principalmente a causa de la disminución de la natalidad y al aumento de la esperanza de vida. A mediados del siglo pasado, donde la tasa de fecundidad era cercana a cinco hijos por mujer, el cuidado de los adultos mayores recaía principalmente en la familia. Una familia grande permitía redes de apoyo más amplias, los hijos podían turnarse para el cuidado de sus padres y socialmente era bien visto “vivir con el abuelo”.
A medida que avanzó el siglo XX, la mortalidad y la tasa de fecundidad disminuyeron generando una población cada vez más envejecida, con familias más pequeñas y menos redes de apoyo. Por este motivo surgieron los “hogares de ancianos”, creados principalmente por órdenes religiosas, aunque en una segunda etapa también los hubo sostenidos por particulares.
Hoy el índice de fecundidad está alrededor de 1,5 hijos por mujer y la población adulta mayor ha crecido hasta alcanzar cerca de un 11% de la población general. Otra característica es que la mayoría de la población adulta trabaja y los adultos mayores que requieren de acompañamiento o cuidados deben quedarse solos. Y si observamos la prevalencia de adultos mayores hospitalizados, un alto porcentaje se encuentra con algún grado de dependencia y requiere de ayuda para la satisfacción de sus necesidades básicas. Lamentablemente, una cifra muy significativa mantiene unas muy precarias o nulas redes de apoyo.
En resumen, se ha generado una necesidad de externalizar el cuidado que antes descansaba en la familia. Para asumir este problema se crearon los CEDIAM (centros diurnos para el cuidado del adulto mayor) y los ELEAM (establecimientos de larga estadía del adulto mayor), pero ¿es una solución integral del problema?, ¿pueden todas las familias recurrir a estos centros? El Estado ofrece 19 ELEAM y CEDIAM destinados al 60% más vulnerable de la población.
Este número dista mucho de lo requerido, lo que se evidencia en larguísimas listas de espera. En la Región de Valparaíso existe un ELEAM con 70 cupos, que no da abasto para la demanda existente. Esto genera que se establezcan ELEAM particulares, con un costo económico alto y a los cuales solo pueden acceder algunas familias.
Entre los investigadores hay consenso en que el mejor lugar para vivir esta última etapa es dentro del hogar de cada persona. Pero es una recomendación difícil de cumplir. ¿cómo abordar este problema si todo indica que en el futuro las familias serán cada vez más pequeñas?, ¿tendremos que depender completamente del Estado?, ¿qué pasará con los jóvenes de hoy cuando sean adultos mayores?.
Los jóvenes cada vez se plantean menos la maternidad o paternidad como opción, vemos parejas que deciden no tener hijos -decisión completamente válida-, pero que nos obliga a plantearnos ¿quién cuidará al adulto mayor del 2060? Los cambios demográficos y culturales ponen de manifiesto que el cuidado en la vejez es un tema complejo del que urge hacerse cargo con una mirada integral y a largo plazo. Tenemos la obligación como sociedad de hacer lo posible por evitar que la mayor expectativa de vida sea consumida en una vejez en soledad y abandono.