Por Mariola Vargas Morales, Académica carrera de Psicología, U. Santo Tomás sede Viña del Mar.
El día 13 de enero se conmemora el Día Mundial de la lucha contra la depresión, su objetivo es hacer visible una problemática que muchas veces es poco vista, poco considerada y poco comprendida. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es un trastorno mental que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo y en vista de esta situación es que se tiene como objetivos el sensibilizar, orientar y prevenir a la población sobre esta enfermedad.
Corresponde a uno de los trastornos mentales más frecuentes en nuestra sociedad actual y también es uno de los más silenciosos. Se presenta en personas de todas las edades, no obstante, suelen ser los adolescentes y personas adultas mayores los grupos más afectados.
Algunos síntomas que no siempre son fáciles de identificar, tanto por la propia persona que lo vivencia como por su entorno inmediato son: apatía, tristeza, ansiedad, agotamiento, insomnio, malestar general, abatimiento, dificultad para concentrarse, presencia de sentimientos de inutilidad o de culpa, y en los casos más graves, pensamientos recurrentes de suicidio. Para elaborar un diagnóstico de depresión se precisa contemplar la presencia de al menos cinco síntomas en un período dado de 2 semanas.
Uno de ellos debe ser el estado de ánimo depresivo o pérdida de interés o placer, experimentar una disminución del interés o placer.
Existen cuadros depresivos persistentes que suelen extenderse por más de dos años y cuyos síntomas suelen presentarse de manera más solapada. Incluso la persona puede continuar con actividades propias de la vida diaria, pero con una sensación de tristeza, de vacío o desesperanza.
Un tema relevante es saber que en los niños y niñas los cuadros depresivos no siempre cursan con los síntomas antes descritos, más bien suelen presentarse con comportamientos asociados a la irritabilidad, mal humor, mayor sensibilidad y sensación de cansancio permanente en el día. Esto resulta de vital importancia para la vida personal y escolar de nuestros niños o niñas, pues un adecuado diagnóstico nos permite desarrollar una intervención situada en el mundo emocional de nuestros niños y niñas.
Quisiera poner el énfasis en un punto de alta sensibilidad con este trastorno, cual es que suele ser un estado incomprendido y enjuiciado por el entorno de quien la presenta. En ocasiones una depresión o en un grado de mayor gravedad, un trastorno depresivo, no han sido reconocidos como tal y se les ha enjuiciado como un estado de pereza, falta de motivación o de escasa o poca habilidad de la persona por sortear las vicisitudes de su día a día, hecho que agrava el estado de salud de quien la presenta.
La depresión es una alteración en la salud mental, que inhabilita a la persona que la experimenta, que afecta su autoestima, su capacidad de rendimiento laboral, que afecta sus relaciones familiares, sus relaciones de pareja y que le produce sentimientos de tristeza, desesperanza, de vacío, de dolor y desconcierto en quien la vive.
Por ello, el llamado es hacernos cada día más sensibles respecto de quienes cursan con un diagnóstico de depresión, porque sin duda, el apoyo familiar, el apoyo de la pareja, el apoyo laboral, les permitirá encontrar en sus vidas, la confianza, la esperanza y la motivación por seguir viviendo y por sentirse que son un aporte en sus propias vidas y en esta sociedad.