Pamela Jara, Académica de la Carrera de Enfermería UDLA Sede Viña del Mar.
En octubre pasado, debido a la baja en las cifras de contagio de Covid-19, el Gobierno dispuso la flexibilidad en el uso de mascarillas, las que ya no son obligatorias en algunos espacios. A esta medida se le suma la decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de poner fin a la emergencia sanitaria global por este virus a principios de mayo.
Sin embargo, teniendo en cuenta que estamos en los meses más fríos y que los virus respiratorios han aumentado considerablemente, esperándose su peak para las próximas semanas, es importante no olvidar que este elemento puede ser protector a la hora de prevenir muchas enfermedades.
Las mascarillas están pensadas para proteger a las personas del contacto por gotitas y salpicaduras que pueden contener gérmenes. También filtran las partículas grandes presentes en el aire cuando la persona inhala. Su eficacia puede mejorarse al estar bien ajustadas al contorno de la cara para evitar la fuga de aire por los bordes. Deben cubrir nariz, boca y mentón, sin dejar espacios. El uso, manipulación, almacenamiento y limpieza adecuados también influyen en la eficacia de protección.
El uso mascarillas sigue siendo obligatorio en los establecimientos de salud y altamente recomendada en lugares con aglomeraciones, centros de larga estadía, en medios de transporte, en personas con síntomas respiratorios. Niños y jóvenes estudiantes también podrían considerar su uso en recintos cerrados, como las salas. También sería recomendable el uso para quienes deben salir a trabajar de madrugada cuando la temperatura es baja, así se evita la exposición directa de la mucosa nasal y bucal al frío y cambios bruscos de ambiente, los que afectan nuestro sistema inmunológico y nos hace más propensos a contagiarnos de virus, bacterias y enfermedades de la vía aérea, principalmente vía respiratoria alta.
Si bien es importante recordar que tan solo con usar estos elementos no estamos exentos de enfermarnos, es una herramienta que puede ayudar a retrasar o atenuar síntomas respiratorios en esta temporada de otoño e invierno, junto con otros hábitos de vida saludable indispensables para el bienestar, como alimentarse de manera balanceada, realizar actividad física, hidratarse y vacunarse. Ahora, que los virus respiratorios parecen no dar tregua, no nos olvidemos de las mascarillas.