Por Verónica Villagra Acosta, académica e investigadora, Escuela de Trabajo Social, Universidad Santo Tomás Viña del Mar.
El 28 de junio, se celebra el día internacional del Orgullo LGBTIQANB+. Esto debido a la conmemoración de los disturbios provocados por actos homofóbicos de la policía en el bar Stonewall Inn, Nueva York en el año 1969, hito que marcó el inicio del movimiento por la liberación homosexual a través de colectivos que protestaron contra un sistema que les perseguía.
Cada año se desarrollan coloridas y extravagantes marchas en honor a las personas de diversas orientaciones, identidades y expresiones de género, transformando los distintos espacios públicos en instancias que promueven el amor, la igualdad, el respeto a los derechos humanos y la dignidad de las personas de la diversidad, así como también por su reconocimiento jurídico, afectivo y social, en una constante lucha por una sociedad más justa, libre e igualitaria.
Sin embargo, la manifestación en sí misma no es el objetivo central de los colectivos sociales. En Chile, este año se llevará a cabo la vigésima tercera marcha del orgullo, que más allá de la manifestación, busca otorgarle un sentido más profundo orientado a erradicar las constantes situaciones de violencia y odio que sitúan a la comunidad en contextos perjudiciales para su integridad física, psicológica y/o emocional. Por ello es importante destacar que aún existen desafíos respecto de los procesos legislativos que subyacen desde los organismos gubernamentales y el trabajo hacia la transformación de nuestra cultura patriarcal.
En la actualidad, es imperativo que nuestro país siga avanzando en la creación de políticas sociales que incluyan a la diversidad sexual y de género, así como también en la reforma de los marcos legislativos, como la Ley Zamudio N°20.609. Puesto que resulta insólito que hasta el día de hoy esta ley no ha generado un impacto significativo para la comunidad, ya que, las personas denunciantes no son indemnizadas, aun cuando se compruebe que lo contrario. Más lamentable aún, pueden ser sancionadas cuando no logran comprobar que fueron discriminadas (Iguales, 2023).
Complementando lo anterior, es urgente incorporar en la agenda política, estrategias socio educativas preventivas, que favorezcan construir historias de vida que no estén manchadas por la violencia, el acoso escolar, los mensajes de odio y las burlas hacia personas diversas, que hasta hoy afectan a miles de niños, niñas y niñes, configurando sentimientos de desesperanza que experimentan el consiguiente riesgo de ideación, planeación e intento de suicidio por su parte (Ferrándiz, et al., 2012, p.83)
El mes de junio enciende la oportunidad para promover la conciencia y comprensión, por medio de la visibilización de una comunidad que históricamente ha estado atrapada en la oscuridad del miedo, el rechazo, la incomprensión e injusticias inefables. Sin embargo, afortunadamente a diferencia de siglos pasados, gracias al empoderamiento de diversos colectivos sociales se han logrado avances significativos en la emancipación de la comunidad, siendo reconocida y obteniendo la posibilidad de brillar en un amanecer enmarcado por manifestaciones de liberación que impulsan a seguir caminando con más fuerza hacia la igualdad y la plena inclusión.