Un innovador dispositivo de autoaplicación para detectar tempranamente signos de cáncer, desarrolló un equipo interdisciplinario de investigadores, conformado por las doctoras Caroline Weinstein y Waleska Vera, ambas académicas de la Escuela de Química y Farmacia, junto al doctor Omar Acevedo y Fernando Arriagada, académico y alumni, respectivamente, de la Escuela de Diseño UV. La invención fue ingresada como solicitud de propiedad intelectual al Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI).
Si bien, por ser una solicitud de patente, no se puede entregar muchos detalles sobre el método, la doctora Weinstein adelantó que se trata una nueva tecnología que permitiría detectar si una persona tiene cáncer por medio de un dispositivo de autoaplicación. “Con esa información la persona debe ir al médico para exámenes confirmatorios, dado que este test es un indicador de alerta temprana de signos de cáncer”, explicó.
La académica complementó diciendo que “fue una construcción colectiva, que comenzó en tiempos de pandemia. La idea surgió del doctor Omar Acevedo y su estudiante Fernando Arriagada, quien desarrolló el primer prototipo en su tesis para optar al título de diseñador. La parte técnica que implica aspectos químicos específicos, validación en laboratorio y prueba de concepto en voluntarios, la pensamos entre la doctora Vera y yo. Destacamos el valioso apoyo de la doctora Karina Cordero, de la Facultad de Odontología, en esta última etapa”.
Caroline Weinstein apuntó que “si logramos la transferencia a una empresa que pueda conducir la fase clínica, la proyección es tan grande como habitantes hay en el mundo. Ese sería el usuario final: todas las personas que quisieran saber si tienen cáncer. Esto, desde luego, después de una validación estadística”.
Por su parte, la doctora Waleska Vera sostuvo que “no requiere una muestra invasiva ni sofisticados equipos de laboratorio, ni largas esperas para un examen especializado. Es una prueba de tamizaje de no más de cinco minutos; por lo tanto, es una señal que el usuario debe considerar para ir a visitar al oncólogo”.
La investigadora explicó parte del proceso de solicitud de patente: “Se debe elaborar una memoria descriptiva, para lo cual es conveniente asesorarse con estudios expertos en esta área. En nuestro caso fue Andes IP. Es muy importante destacar que este estudio fue muy ejecutivo y por ende el proceso duró un par de meses desde que empezamos a trabajar hasta que se ingresó la solicitud. Desde el ingreso de la solicitud hasta la eventual concesión de la patente pueden pasar varios años, tres en promedio”.
Agregó que “es necesario poner en valor a la Vicerrectoría de Investigación e Innovación y el apoyo fundamental que ha dado al proceso de protección de nuestra invención por la Oficina de Transferencia y Licenciamiento, conjuntamente con la oportunidad que generan las convocatorias para postular a fondos que permiten avanzar en el proceso de madurez tecnológica y trabajo interdisciplinario, como fue en nuestro caso el proyecto Lichen».
Finalmente, la doctora Weinstein afirmó que actualmente muchas unidades están ingresando solicitudes de patente de invención: “Sin embargo, se puede afirmar que la innovación y transferencia tecnológica apareció en forma pionera en nuestra unidad académica y no hemos perdido el norte en este sentido. Es así como nuestro Magíster en Bioactividad de Productos Naturales y de Síntesis tiene este sello y uno de sus cursos obligatorios se denomina Transferencia Tecnológica y Propiedad Intelectual”.