Chile un país bendecido por una diversidad cultural asombrosa, alberga una riqueza de tradiciones folclóricas que merecen un lugar destacado en nuestras escuelas, un tesoro que debemos preservar y celebrar, sobre todo en un mundo cada vez más globalizado, donde es esencial que las nuevas generaciones conozcan y aprecien las raíces culturales que dan forma a nuestra identidad como nación.
El folclore no es solo una serie de danzas y canciones, es una expresión viva de la historia y la identidad de una comunidad. A través de su enseñanza en las aulas podemos conectar a los estudiantes con sus raíces culturales y ayudarles a comprender la diversidad étnica nacional e internacional.
En Chile, cada región tiene su propia riqueza folclórica, desde la cueca en el norte hasta el baile chino en el sur. Al incorporar estas tradiciones y la de los migrantes en el plan de estudios de cada establecimiento, estamos fomentando un sentido de pertenencia y aprecio por la herencia cultural única de cada país.
Además, no solo enriquece la comprensión cultural de los estudiantes, sino que también promueve la tolerancia y el respeto hacia las diferencias. Cuando los niños y jóvenes se sumergen en las tradiciones de otros grupos étnicos, aprenden a valorar la diversidad y a convivir en armonía con personas de diferentes orígenes, lo que es esencial en una sociedad cada vez más diversa y multicultural, donde la empatía y el entendimiento mutuo son fundamentales.
El folclore no es estático, es una forma de expresión que evoluciona con el tiempo. Al aprender sobre él los estudiantes pueden desarrollar habilidades creativas al tiempo que exploran nuevas formas de interpretar y preservar estas tradiciones. La danza folclórica, por ejemplo, fomenta la coordinación, el trabajo en equipo y la expresión artística. También a menudo inspira la creación de música, poesía y artesanías, lo que puede abrir puertas a carreras artísticas y culturales para aquellos que lo deseen.
Su fomento en las escuelas no debe ser solo responsabilidad de los profesores, sino un compromiso nacional. Los gobiernos, las instituciones culturales y las comunidades deben trabajar juntos para garantizar que nuestras tradiciones folclóricas sean transmitidas de generación en generación, por ejemplo, creando programas educativos, la promoción de festivales culturales y la inversión en la preservación del patrimonio folclórico.
Jessica Durán, Académica Carrera de Pedagogía en Educación Diferencial UDLA Sede Viña del Mar.