Actividad lúdica, realizada en las instalaciones del Centro Asistencial, enseña buenos hábitos alimenticios y mejora la estadía de pacientes pediátricos.
Martina, de 6 años, quiere ser nutricionista, como las profesionales del área de pacientes inmunosuprimidos del Hospital Dr. Gustavo Fricke. Y no es para menos, si le enseñan a preparar cosas ricas en el taller de alimentación saludable: “prefiero ser nutricionista, para ser más amorosa con los niños”.
De acuerdo a la nutricionista clínica Paulina Onfray, el objetivo de estos talleres es: «poder mostrarle a los niños y a sus familias que podemos consumir alimentos ricos, agradables, sabrosos, muy atractivos a la vista, pero que igualmente sean saludables. Esto quiere decir que no tengan ingredientes que puedan tener alta densidad calórica o que también puedan llegar a contener microorganismos”.
Así, galletas de avena y plátano, brownies con palta y cocadas son algunas de las preparaciones de este taller, que genera altas expectativas de los pequeños. Como lo explica Paulina, “tiene un significado tremendo, para ellos y para sus mamás: es sacarlos de la monotonía de la hospitalización, el día se acorta y también consumen un alimento que es atractivo porque ellos mismos están viendo las características del alimento. En el taller se les explica la característica nutricional del alimento y luego lo saborean, algo que ellos mismos prepararon y están llenos de felicidad ellos y también sus padres”.
La alimentación en el paciente pediátrico oncológico es parte del tratamiento, explica la nutricionista. “Durante la estadía hospitalaria muchas veces se puede llegar a asumir, se normaliza que el paciente no coma porque está recibiendo quimioterapia, pero esto es totalmente incorrecto. En el mundo pediátrico nosotros vemos como los pacientes con administración de quimioterapia pueden comer de igual forma si el alimento tiene algunas características (…) La alimentación se constituye como un pilar fundamental para mantener el crecimiento y desarrollo durante la etapa pediátrica”.
Cocinando con alegría
María Jesús, de 3 años, está orgullosa de sus nuevas habilidades culinarias: “Cocadas, con avena, con coco, sí, revolví”. Igual que Martina, quien explica por qué sí se puede comer las cocadas que hizo con tanta concentración, aparte de convidarle a su mamá y a su abuela.
Julia Orellana, familiar de la menor, cuenta que su nieta está en el Hospital desde diciembre, y destaca que “yo estoy súper agradecida de la atención. Muy buena, bueno, bueno. Le sirve a los niños para salir de todos los días lo mismo. Y que les enseñen esto, ellos aprenden”. Por su parte, la mamá de Maximiliano, de 8 años, Cinthia Mancilla complementa que “a Maxi le encantan mucho las clases de cocina, y aparte, ellos se despejan, despejan su mente. A uno también le sirve, porque igual es como estresante estar en un hospital. Y para los niños más”.