En Chile no conocemos cuántos trasplantes pueden fallar debido a la falta de adherencia al tratamiento inmunosupresor; sin embargo, en otros países como España los números actuales son preocupantes. Mantener esta terapia marca la diferencia entre una nueva vida o la muerte.
En varias ocasiones, hemos oído hablar de que ciertos tratamientos farmacológicos deben durar una cantidad determinada de días, sino no tendrán la efectividad esperada. Asimismo, muchos de nosotros hemos cometido el error de dejar de tomar un medicamento antes de lo indicado por el médico, porque ya nos sentimos bien y no creemos que sea necesario. Estas conductas son más comunes y peligrosas de lo que se cree, sobre todo para pacientes que deben seguir un tratamiento de por vida, como es el caso de los enfermos crónicos y los trasplantados.
“En general, hablamos poco sobre la donación de órganos, los trasplantes y los pacientes que logran superarlos, pero es importante visibilizar esta realidad y algunas de las principales causas de rechazo como es la mala adherencia a los tratamientos inmunosupresores que estas personas deben tomar de por vida. En términos generales, y para todo tipo de pacientes, la adherencia es clave para el éxito de cualquier tratamiento”, relata Magdalena Galarce, médica de servicios clínicos y farmacéuticos de Farmacias Ahumada.
A pesar de que en Chile no existen estadísticas sobre el tema, hace pocos meses el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) de España encendió las alertas dando a conocer que más de un 30% de los pacientes trasplantados llega a abandonar su tratamiento inmunosupresor, siendo los adolescentes y jóvenes los grupos donde más se da este fenómeno. “España es líder mundial en trasplantes de órganos, una sociedad con una cultura y conocimiento amplio del tema. Si allí se está viendo este fenómeno, es indispensable también hablarlo acá”, destaca la profesional.
En 2022, los trasplantes de órganos sólidos aumentaron en un 35% respecto al año pasado, de acuerdo al Ministerio de Salud, mismo organismo que señala que post trasplante, el acompañamiento de un equipo multiprofesional sanitario y del grupo de apoyo de un paciente son claves para mejorar el uso seguro y efectivo de los medicamentos, en pacientes que se enfrentan a una nueva situación, debiendo seguir un tratamiento crónico y adoptar hábitos de vida saludables.
En este sentido, Galarce enfatiza que un trabajo en conjunto entre los profesionales sanitarios y el paciente es fundamental para alcanzar esa adherencia y mantenerla en el tiempo. “Explicarle a los pacientes y sus cuidadores la importancia de sus fármacos, junto con técnicas de recordación, donde la tecnología puede ayudarnos tremendamente, puede hacer la diferencia entre las expectativas de vida y la calidad de la misma de un paciente”, indica.
Mitos respecto a la donación
En septiembre conmemoramos el Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos, oportunidad propicia para hablar sobre los mitos que giran en torno al tema y que, en gran parte, son la piedra de tope para que el número de personas trasplantadas en el país alcancen estándares de países desarrollados.
Según datos de la Universidad de Chile, publicados en 2020, nuestro país tiene una tasa promedio de 10.4 donantes por cada millón de habitantes, muy por debajo de países en Latinoamérica que alcanzan los 20 donantes por millón, como Uruguay o Argentina, y también en comparación con los países OCDE, como España, donde la tasa alcanza a los 49 donantes por cada millón.
“No sólo debemos mejorar nuestra red clínica y de procuramiento, sino que es clave educar a la población sobre quiénes y cuándo pueden ser donantes. En Chile la ley establece que todas las personas son donantes, a no ser que declaren lo contrario en el Registro Civil. Sin embargo, siempre se le pregunta a la familia del posible donante, lo que impide -en muchos casos- cumplir con la voluntad del paciente”, destaca la profesional.
Según estadísticas del Ministerio de Salud, sólo un 2% de los fallecimientos son potenciales donantes, ya que el principal criterio para que esto ocurra es que el paciente sea declarado con muerte encefálica. De acuerdo a Galarce, este es una de las principales trabas con las que se enfrentan los equipos de gestión y coordinación frente a un potencial dador. “Muchas familias creen que la muerte encefálica o cerebral es como un coma, donde el paciente puede recuperarse, pero ésta es irreversible. De hecho, existe un protocolo riguroso para declararla con pruebas científicas; sin embargo, no es fácil para una familia aceptar este estado y generar varias etapas del duelo en un par de horas”, subraya.
Esto último también echa por el suelo la creencia de algunos que piensan que, al ser donantes y hablarlo abiertamente, no serán atendidos de buena manera una vez que ingresen a urgencias, debido a algún accidente o enfermedad grave aguda. “La probabilidad de que uno sea donantes es verdaderamente bajísima. Las circunstancias son tan particulares que se debe aprovechar cada oportunidad que aparezca, a diferencia de las posibilidades de que uno pueda necesitar de un trasplante. Sin dadores, éstos no existen. Por esto, es fundamental hablar de estos temas no sólo con las familias, sino a nivel de toda nuestra sociedad”, concluye.
Con este escenario, y con más de 2.300 personas esperando por un órgano, es que aquellos pacientes que lograron trasplantarse deben ser conscientes que esta nueva oportunidad de vida depende – fundamentalmente- del autocuidado, partiendo por la adherencia a sus tratamientos farmacológicos e indicaciones no farmacológicas y mantener un estilo de vida acorde a su condición de paciente crónico.