En el marco de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, se presentó el libro «Golpe a la Educación» en la Universidad de Playa Ancha, en colaboración con el Ministerio de Educación y la Universidad Alberto Hurtado.
En el contexto de la invitación extendida por el Ministerio de Educación para abordar pedagógicamente el Mes de la Memoria y la Democracia, y a propósito de la conmemoración por los 50 años del Golpe de Estado, en la Sala Atenea de la Universidad de Playa Ancha se presentó el libro “Golpe a la Educación: Historias y memorias del impacto de la dictadura civil-militar en el sistema educativo chileno”, patrocinado y auspiciado por la Universidad Alberto Hurtado.
Durante la actividad participaron la Seremi de Educación, Romina Maragaño, la Prorrectora de la casa de estudios, Catalina Rojas, profesionales vinculados a educación y los docentes Patricia Muñoz, René González y Elisa Castro, quienes forman parte del documento a través de sus testimonios y reflexiones, y que recibieron un reconocimiento por parte de las autoridades por su aporte en la construcción y fortalecimiento de un país más justo y democrático, a través de la educación.
La representante ministerial regional, Romina Maragaño, señaló al respecto que este libro “nos muestra cómo el golpe de Estado afectó al sistema educativo en su conjunto y también nos da luces de muchos elementos que hoy día se mantienen presente en lo cotidiano, en la cultura institucional, principalmente. Creo que también eso se ve fortalecido, no solamente por la investigación, sino que también por los relatos, por el ejercicio de memoria que se realiza y que tuvimos la oportunidad de escuchar y conversar con profesores que vivieron ese periodo”.
A ello, agregó que “hay un elemento que es transversal, que tiene que ver con cómo el golpe no solamente afecta al ejercicio docente, sino que también a la valoración de la profesión docente, a la autonomía para poder ejercer la docencia, el miedo que se instala en las comunidades educativas y en el ejercicio docente para poder realizar la disciplina, entendiendo que la educación es una dimensión que está íntimamente relacionada con el contacto, con la vinculación directa con el otro, y vemos que eso efectivamente se vio fuertemente afectado en este periodo, así que ha sido una instancia muy rica, una instancia que abre más discusiones y más diálogo, que es necesario que como región y como país la sigamos manteniendo”.
Sobre la importancia de realizar este tipo de actividades, la Prorrectora de la Universidad de Playa Ancha, Catalina Rojas, señaló que es relevante “el recordar y hacer ver lo que era la educación y en lo que se convirtió con la dictadura, cuánto perdimos en cuanto a los valores. En la educación era primordial la enseñanza de valores, mediante la educación podemos formar ciudadanos, ciudadanos respetables y respetuosos”.
Para María Teresa Rojas, una de las editoras del libro – junto a Catalina Cuenca- y académica de la Universidad Alberto Hurtado, el texto “es un intento de difusión, de divulgación, de análisis y reflexiones sobre los cambios que se gestaron con el Golpe de Estado y que se han mantenido estos 50 años, después de la dictadura, en distintos temas como la educación superior, los liceos, la educación rural, los profesores, el currículum y también tiene un apartado sobre memorias; nos interesó mucho ir a buscar docentes que contaran sus historias, contar los años 80, porque nos dimos cuenta de que hay poco escrito. Hay una cultura oral en torno a ese tema, pero hay muy poquito escrito sobre historias reales de profesores. Este acto es muy importante para nosotros porque lo que queremos es que se difunda, que se converse, que se reflexione, que se escuche a esos profesores que son parte de una memoria vital sobre cómo se enfrentó y se resistió ese periodo”.
Elisa Castro es una de las docentes que entregó su testimonio y que participó en la presentación del libro considera que su relevancia radica en que “abre de una manera distinta el asunto del golpe dentro de la sala de clases, porque con las cuatro entrevistas que se hacen se entra a lo minúsculo, a lo que está ahí y que fue paralizado y que de manera histórica quedan como cuadros rígidos del miedo, del despido, del llanto, y peor aún, del silencio. No se puede hacer pedagogía con silencio, la pedagogía exige la palabra y el pensamiento”.