Hoy en día el término epigenética ha cobrado importante relevancia, ya que permite comprender cómo nuestro ambiente y nuestras experiencias de vida modulan nuestro genoma. Desde el momento de nuestra concepción hasta lo que vivimos, cada día determinarán y modularán nuestro ADN.
Es realmente importante comprender que a través de los mecanismos epigenéticos podemos modificar la expresión de nuestros genes (para nuestro favor o no) y que estas modificaciones son completamente reversibles. En palabras simples, lo que vivimos y cómo nos sentimos determinará qué genes expresaremos en un momento determinado.
Cuando nos enfrentamos a situaciones que vulneran nuestra estabilidad emocional, se activan mecanismos epigenéticos mediante los cuales se puede modificar la expresión de un gen clave en la regulación de la neuroquímica cerebral y, por lo tanto, regulará o desregulará la función cerebral.
Por ejemplo, se ha descrito que niños y niñas que han sufrido maltrato infantil, ya sea físico o emocional, tienen una mayor tendencia de sufrir depresión y ansiedad en etapa adulta. Esto debido a que se altera la expresión de genes relacionados con el eje HPA (Hipotálamo-Hipófiso-Córticosuprarrenal).
Principalmente se altera la expresión de genes involucrados en el desarrollo de patologías como: depresión, ansiedad y TEPT (trastorno de estrés post traumático). Estos genes están relacionados al funcionamiento del eje HPA y también a la señalización de neurotransmisores como serotonina, dopamina y oxitocina.
Esta desregulación neuroquímica conlleva a que se produzcan síntomas y signos como: alteración en el peso, constante estado de alerta, aumento descontrolado del cortisol, estado de fatiga e incluso una disminución del estado inmune, tristeza constante, preocupación, pensamientos suicidas, entre otros.
Si sabemos que las marcas epigenéticas condicionan la expresión de genes y éstas son producidas por experiencias importantes en nuestra vida y que son completamente reversibles, entonces ¿podemos revertirlas? Por supuesto que sí, pero ¿cómo?
Hoy en día se ha hecho mucho hincapié en las prácticas de mindfulness o prácticas de consciencia. Estas incluyen un amplio espectro de meditaciones que se pueden realizar sentado como, por ejemplo, meditación de atención plena. Mindfulness, atención respiratoria entre otras y también prácticas que se realizan en movimiento como Yoga, Tai Chi, Qigong, entre otras.
Diversos estudios han descrito que la práctica constante de mindfulness es capaz de revertir las marcas epigenéticas que se han descrito en patologías como depresión, TEPT, ansiedad y otras. Es decir, la práctica consciente del silencio interno es una potente herramienta para contrarrestar el estrés ambiental al que estamos expuestos en nuestro diario quehacer.
La práctica regular de alguna de estas actividades otorga grandes beneficios tanto en la salud física como mental, por eso hoy en día es sumamente importante el cuidado de nuestro cerebro y nuestra mente, ya que son los motores de nuestra fisiología.
Pamela Cuevas Catalán, académica carrera Tecnología Médica de la Universidad Santo Tomás Viña del Mar.