El proverbio en comento es el siguiente: Dale un pez a un hombre y comerá un día; enséñale a pescar y comerá toda la vida.
Este proverbio, tiene tras de sí una gran sabiduría, mediante la cual, se da a entender, lo importante que es evitar el paternalismo paralizante, en el momento que se ayuda a una persona o grupo de personas necesitadas.
Una primera mirada al texto, nos hace ver de inmediato, a este acto de ayudar o dar, como una obra de bien para el que la recibe, lo que es, y se entiende como meritorio para quien la realiza; pero al puntualizar y reflexionar de forma más reposada y profunda, es posible comprender, que la acción que se queda en el solo dar, más que proporcionar un bien duradero, está provocando, sin quererlo, un mal, pues con este tipo de acción, el hombre que recibe esta ayuda, entra en una condición de limitación permanente; que amarra sus manos y congela su inteligencia, todo ello en el contexto del desarrollo y crecimiento personal, el que debemos entender en plena autonomía y libertad para tomar decisiones.
Este proverbio tiene dos partes que es necesario destacar; la primera que tiene que ver con soluciones inmediatistas y sin valor futurista, -calmar el hambre del día- y la segunda, se presenta como aquella acción madura, que permite soluciones definitivas y a más largo plazo, pues se está preparando al individuo para la solución autónoma de sus problemas.
De lo comentado anteriormente, nos quedamos con la segunda parte del proverbio, enséñale a pescar y comerá toda la vida, la que está relacionada con el mundo de la cooperación para el desarrollo; que en sentido amplio representa una defensa de los aspectos educativos y de capacitación para superar la pobreza, lo que significa una superación del tipo de ayuda asistencialista, la que solo soluciona el problema del momento, convirtiéndose de este modo, en una puerta abierta para un futuro incierto. Es por esto, que, en estas circunstancias, lo más apropiado, es enseñarle a este hombre, el arte de la pesca, herramienta con la cual, estará capacitado para generar, por sí mismo, una solución integral a sus problemas.
Finalmente, la enseñanza de este proverbio, no obstante su antigüedad es definitivamente aplicable en los tiempos actuales; no solo a una persona en particular, sino que también a instituciones de gobierno y también privadas que ofrecen ayudas a la comunidad, muchas de las cuales, por querer hacer un bien, a la larga terminan haciendo lo contrario, para el sujeto o grupo de sujetos, que en tales condiciones difícilmente superarían sus condiciones de vulnerabilidad socio-cultural y económica; situación que es imperativo cambiar.
Silvio Becerra Fuica, Profesor de Filosofía.