Terminan los Juegos Panamericanos tan ansiados por deportistas de diferentes nacionalidades y, por supuesto, es hora de balances, sin camiseta y sólo con la sana intención de revisar lo bueno y lo malo para próximas justas deportivas internacionales que pudieran asignársele a Chile.
Como el deporte tiene historia, bueno es recordar que, en dos ocasiones, nuestro país desistió de la organización de estos juegos y cuando se decidió a realizarlos, se le pasó la factura y Lima tuvo el privilegio en 2019.
Ahora sí se dio el vamos y fueron más de nueve mil personas las que Chile acogió para que participaran en esta justa deportiva, cifra que no es menor si se tiene en cuenta que son innúmeras las necesidades para poder estar al día con unos juegos que, en la actualidad, están muy modernizados y con sociedades cada día más exigentes.
Atrás quedan los imprevistos y algunas descoordinaciones que en algún momento fueron inquietantes: instalaciones que se terminaron a última hora, La Villa Panamericana con problemas, deportistas de renombre que anunciaron su ausencia al límite y el nerviosismo propio de una cita panamericana que finalmente entusiasmó al público que respondió de buena manera.
Lo más importante de estos Juegos son los nombres y actuaciones que quedan en la retina del orbe deportivo. Sería injusto nombrar sólo a algunas disciplinas y sus respectivos ejecutantes, pero no cabe dudas de que muchos deportistas, en especialidades individuales y colectivas, quedarán por tiempo en nuestro recuerdo, incluso más allá de si obtuvieron o no la codiciada presea.
Es de esperar que las diferentes instalaciones que fueron escenario de las variadas competencias de estos juegos no queden desiertas. Ojalá que esta llama que llegó para animar a los chilenos, iluminar a la dirigencia y entusiasmar a nuestros deportistas, permita que se pueda trabajar con más ahínco y se posibilite su uso permanentemente, por el bien de nuestra juventud y por el futuro del deporte chileno que dijo presente en esta justa panamericana y demostró que con disciplina, trabajo y esfuerzo se pueden cumplir las metas anheladas.
Que lo bueno se repita y aquello que no estuvo a la altura, sirva de lección para no volver a cometer errores que se pueden evitar. Por ahora, a esperar los parapanamericanos que también merecen la difusión y el apoyo, incluso con mayor mérito.
Juan Francisco Ortún Quijada, Escuela de Comunicaciones, U. Central.