El 31 de marzo es el día internacional de la visibilidad trans, establecido en 2009 por Rachel Crandall, activista trans y cofundadora de la Organización Transgénero Michigan, con el fin de sensibilizar, reflexionar y tomar conciencia sobre la realidad que vivencian las personas trans en todo el mundo.
Las personas trans son quienes sienten y expresan una identidad de género distinta del sexo biológico de nacimiento y socialmente esperado, a diferencia de las personas cisgénero, quienes se sienten cómodas(os) con su sexo de nacimiento, además del género que la sociedad les asigna por convención.
En Chile y América Latina las trayectorias de vida de las personas trans son precarizadas por prejuicios sexuales, violencia y discriminación de género, lo que termina afectando su bienestar, deteriorando gravemente su salud mental y dificultando su desempeño social en distintos escenarios, llegando en los casos más extremos a situaciones de exclusión, crímenes de odio, intentos de suicido y suicidios consumados.
Actualmente se comprende que la disconformidad con el género asignado al nacer no es un problema, una enfermedad o un trastorno, trasladando la preocupación hacia el impacto emocional y social que dicha identidad puede involucrar en el curso de vida de una persona, especialmente en contextos de discriminación o exclusión. En este sentido, las personas trans suelen ser víctimas de distintas formas de violencia excluyente, especialmente las mujeres trans quienes están más expuestas a discriminaciones, juicios, burlas y acoso callejero, perdiendo así los privilegios patriarcales al transitar de una corporalidad masculina a una femenina.
Por ello, asumir que existe una deuda pendiente en el reconocimiento de sus derechos en igualdad de condiciones de quienes se adhieren al sistema sexo/género y se sienten conformes con la identidad de género asignada al nacer, es un imperativo para avanzar en la transformación de sociedades más respetuosas y la generación de espacios seguros en las familias, las escuelas, el trabajo y las instituciones sanitarias, que efectivamente salven vidas y favorezcan el despliegue de infinitas y legitimas expresiones identitarias, que han sido histórica y sistemáticamente invisibilizadas.
En este escenario, nuestro país avanza a paso firme en el reconocimiento de derechos, siendo una responsabilidad personal y también social aportar a dichas transformaciones y reconocimientos jurídicos, afectivos y sociales.
Dra. Verónica Rubio Aguilar, Directora Nacional Escuela de Trabajo Social Universidad Santo Tomás.