En su esencia, la enfermería ha estado siempre ligada al “cuidado”, pero su práctica y reconocimiento ha evolucionado con el tiempo manifestándose de formas variadas. En el siglo XIX, Florence Nightingale, «la dama de la lámpara», revolucionó la disciplina al introducir prácticas de higiene, organización hospitalaria y formación profesional, experimentado desde entonces una rápida evolución, adaptándose a los avances tecnológicos, científicos y sociales. La creación de escuelas de enfermería y profesionalización de la práctica, el reconocimiento de su importancia, la expansión hacia nuevos campos en la salud comunitaria e investigación y, por sobre todo, la inclusión de la humanización del cuidado en los usuarios, han marcado hitos importantes en su desarrollo. Pero más allá de destacar hechos del pasado, en la conmemoración del Día Internacional de la Enfermería, es importante centrarse en los desafíos del siglo XXI.
Uno de los más apremiantes es la escasez de personal, situación que se ve exacerbada por varios factores, como el envejecimiento de la población, el aumento de la demanda de atención médica, las altas tasas de rotación y la falta de programas de formación suficientes para satisfacer la demanda.
El aumento de enfermedades crónicas como diabetes, obesidad, enfermedades cardíacas y el cáncer plantea retos significativos, requiriéndose una atención continua y compleja, así como un enfoque multidisciplinario para la gestión. Los enfermeros deben estar preparados para proporcionar educación, apoyo y seguimiento a largo plazo para estos usuarios, como así también, deben abogar por políticas y prácticas que promuevan la equidad en la atención y trabajen para eliminar las disparidades en los resultados de salud.
A medida que la atención está más orientada hacia la tecnología y los procedimientos, la enfermería enfrenta el desafío de mantener un enfoque centrado en la persona; dedicando tiempo y atención a las necesidades físicas, emocionales y espirituales de los usuarios, así como fomentar su participación activa en su propio cuidado, equilibrando las demandas de la práctica clínica con el mantenimiento de la humanización y la empatía en la atención.
La enfermería actual requiere respuestas innovadoras y colaborativas para seguir desempeñando un papel vital en la prestación de cuidados de calidad y en la promoción de la salud y el bienestar de la sociedad.