El papa Francisco, hospitalizado por una neumonía bilateral y en estado «crítico», «pasó una noche tranquila», informó el Vaticano el domingo, aunque esta mañana no desayunó ni leyó la prensa.
La Santa Sede informó a última hora del sábado la alarmante noticia de que Jorge Bergoglio, hospitalizado desde el 14 de febrero, había sufrido una crisis asmática prolongada, que requirió la aplicación de oxígeno. «Pasó una noche tranquila y descansó». Sin embargo, contrariamente a su costumbre, no desayunó ni leyó los periódicos, señalaron fuentes vaticanas.
El jesuita argentino, cabeza de la Iglesia católica desde 2013, fue ingresado en el hospital Gemelli de Roma con bronquitis, que derivó en una neumonía bilateral.
El Santo Padre «permanece alerta y pasó el día en un sillón, aunque está sufriendo más» que el día anterior, apuntó el Vaticano el sábado por la noche.
Los análisis de sangre efectuados también «revelaron una trombocitopenia [problemas hematológicos], asociada a una anemia, que requirió la administración de una transfusión sanguínea», añadió la Santa Sede.
La trombocitopenia es una afección que se produce cuando el recuento de plaquetas en la sangre de una persona es demasiado bajo, lo que puede causar problemas para detener hemorragias, y puede ser potencialmente mortal.
«El papa empeora», titulaba el domingo por la mañana el diario italiano Corriere della Sera, mientras que La Repubblica se refería al «día más oscuro» para el Vaticano.
«La situación es cada vez más preocupante», estimó Fabrizio Pregliasco, un destacado virólogo italiano, al diario La Stampa, añadiendo que «las próximas horas y días serán cruciales».