La dura caída frente a Racing condena a los albos a perder de vista su principal objetivo del año: cumplir una participación destacada en la Copa Libertadores.
El torneo continental era, al inicio de 2025 (año del centenario del club), una meta prioritaria. Después de haber llegado a los cuartos de final en la versión anterior, en Macul apostaron fuertemente en fichajes de jugadores que suponían un salto de calidad. Nadie se atrevía a discutir que los albos habían realizado su mejor mercado en el último tiempo.
Jorge Almirón inició el año en el peak de su popularidad. Había conseguido el título en una estrecha disputa con Universidad de Chile, de cuyos elementos adicionales también se hizo cargo, como cuando se refirió en forma jocosa al intento azul de amagar la corona en el TAS. El rendimiento en el plano internacional, además, justificaba su traída y alimentaba la esperanza de reeditar la campaña. Y ese era apenas el piso de las expectativas. Ahora, sin embargo, se abre un escenario complejo: el de su salida. Aníbal Mosa, el presidente de Blanco y Negro, dejó en suspenso la continuidad del DT tras la goleada sufrida ante Racing. “Tendremos que conversar fríamente“, advirtió.
En ByN hay consenso en que el ciclo de Almirón se agotó irremediablemente. Una situación que duele en la interna, por las expectativas puestas en el argentino y por la relación cercana que se generó entre el directorio y el cuerpo técnico. Por ahora, lo único que frena que la decisión se concrete con rapidez es el alto costo económico de despedirlo, dada su remuneración: US$ 2 millones anuales, con contrato hasta fines de 2026.