Cada 28 de julio, el mundo conmemora el Día Mundial contra la Hepatitis, una fecha clave para reflexionar y actuar frente a una amenaza silenciosa que afecta a millones: la hepatitis viral. Esta enfermedad, que puede permanecer asintomática durante años, cobra más de 1,3 millones de vidas anualmente. En Chile, se estima que 50.000 personas viven con hepatitis B o C, pero menos de un tercio ha sido diagnosticado.
La hepatitis no distingue edad ni condición, y sus consecuencias pueden ser devastadoras: cirrosis, insuficiencia hepática o cáncer. A pesar de los avances en políticas públicas, como la vacunación infantil y el acceso a agua potable, aún queda mucho por hacer. La prevención sigue siendo nuestra mejor herramienta: higiene de manos y alimentos, prácticas sexuales seguras y vacunación oportuna.
La meta global es ambiciosa pero alcanzable: reducir en un 90% las nuevas infecciones y en un 65% las muertes para 2030. Para lograrlo, necesitamos más conciencia, más diagnósticos y un acceso equitativo al tratamiento. La hepatitis no puede esperar. Hoy, más que nunca, debemos informarnos, exigir políticas públicas efectivas y actuar con responsabilidad. Un futuro sin hepatitis comienza con cada uno de nosotros.
Miriam Fuentes Navarrete
Académica Facultad Enfermería U. Andrés Bello, sede Viña del Mar