El mes de octubre destaca por ser el periodo del año donde más celebraciones existen ligadas a la protección del mundo animal. Por ejemplo, cada 7 de octubre se celebra en Chile el Día del Médico Veterinario, una fecha que nos invita no solo a reconocer la labor de quienes cuidan la salud de nuestras mascotas, sino también a reflexionar sobre el papel integral que desempeñan en la protección del medio ambiente, especialmente durante el Mes del Medio Ambiente.
Ser veterinario hoy va mucho más allá de la atención clínica de mascotas, mayoritariamente perros y gatos. Su función se ha expandido hacia todos los rincones donde existe vida animal: en los campos, en los laboratorios, en los centros de conservación, en los parques nacionales y, de manera creciente, en el mundo marino. En cada uno de esos espacios, los veterinarios se han transformado en verdaderos guardianes del equilibrio ecológico y de la salud pública.
En el mundo rural, por ejemplo, el trabajo veterinario es indispensable para garantizar la inocuidad alimentaria, el bienestar de los animales de granja y la prevención de enfermedades zoonóticas —aquellas que pueden transmitirse de animales a humanos—. Su labor permite que las comunidades agrícolas prosperen, asegurando una producción más ética y sostenible. Sin ellos, sería imposible mantener la trazabilidad sanitaria que exige un país con vocación exportadora como el nuestro.
Pero en los últimos años, la veterinaria ha ampliado su frontera natural hacia territorios antes poco explorados: la fauna silvestre y el ecosistema marino. Chile, con más de 6.000 kilómetros de costa, alberga una riqueza biológica inmensa que muchas veces permanece invisible para la mayoría de nosotros. Sin embargo, en las costas del norte, en los fiordos australes y en las islas del Pacífico, veterinarios y biólogos trabajan día a día rescatando, rehabilitando y reinsertando animales marinos que sufren los efectos de la contaminación, la sobrepesca o el cambio climático.
Focas, lobos marinos, pingüinos y peces son ahora también pacientes de la medicina veterinaria. Estos profesionales han debido especializarse en fisiología marina, buceo científico y manejo de fauna silvestre, demostrando que su vocación de servicio trasciende las especies y los ecosistemas. Su trabajo no solo busca sanar cuerpos heridos, sino también restaurar hábitats dañados, entender las causas de los varamientos o monitorear la salud de los océanos a través de la salud de sus habitantes.
En este contexto, el rol del veterinario se convierte en una pieza esencial del concepto de Una Sola Salud (One Health), que reconoce la conexión directa entre la salud humana, animal y ambiental. Cuidar a los animales es también cuidar de las personas y del planeta. Cada acción veterinaria —desde una vacuna aplicada hasta la liberación de un pingüino rehabilitado— contribuye a ese delicado equilibrio que sostiene la vida en la Tierra.
Por eso, este Mes del Medio Ambiente debe ser también un mes para reconocer y fortalecer la labor de los veterinarios en todas sus dimensiones. Es crucial visibilizar el trabajo que se realiza en los Centros de Rehabilitación, así como apoyar los programas de educación y de conservación que fomenten el respeto y la empatía hacia la fauna silvestre y los ecosistemas donde habitan.
Chile, como país costero y biodiverso, tiene la responsabilidad de liderar políticas que integren la ciencia veterinaria en la gestión ambiental y en la protección del patrimonio natural.
El amor por los animales es el punto de partida, pero la labor del veterinario es, ante todo, un compromiso con la vida en todas sus formas. En ellos confluyen la ciencia, la ética y la compasión. Son profesionales que, en silencio muchas veces, curan heridas que no siempre son visibles: las de un ecosistema presionado por la acción humana.
PAULA RAMÍREZ
Médico Veterinario Fundación Mundomar y Acuario Vivamar Ritoque




















