Las altas temperaturas nocturnas se han convertido en un riesgo silencioso para la salud mental. El aumento sostenido del calor durante la noche está impidiendo que miles de personas logren un sueño profundo y reparador, condición fundamental para regular el estrés y mantener un adecuado bienestar emocional.
El cuerpo humano necesita disminuir su temperatura interna para conciliar el sueño. Cuando el ambiente no baja lo suficiente, las personas duermen mal, se despiertan repetidamente y sienten que descansan a medias. La evidencia científica es clara ya que, a mayor temperatura nocturna, menos minutos de sueño total, más despertares y una marcada reducción del sueño profundo, la fase clave para la recuperación física y emocional.
Este fenómeno golpea con especial fuerza a quienes ya terminan su jornada con altos niveles de estrés laboral. Frente a extensas horas de trabajo, presión por resultados y preocupaciones económicas constantes, la mente “sigue encendida” incluso al acostarse. El calor nocturno actúa entonces como un segundo golpe: aunque se logre dormir, el descanso es insuficiente. Al día siguiente, aparecen irritabilidad, menor capacidad de concentración y agotamiento, perpetuando un círculo dañino para la salud mental.
Los efectos no son menores. Dormir mal por días o semanas aumenta el riesgo de ansiedad, depresión, burnout y crisis de angustia, especialmente en sectores de alta demanda como salud, educación y servicios. Los adultos mayores, personas con trabajos físicamente exigentes, quienes ya viven con trastornos emocionales y hogares sin adecuada ventilación conforman los grupos más afectados.
Si bien el origen del problema es estructural, como cambio climático y exigencias laborales crecientes, existen medidas que pueden aliviar su impacto como mejorar la ventilación del hogar, evitar estimulantes antes de dormir, promover rutinas calmadas y, en los espacios laborales, reconocer el calor y la falta de sueño como factores que deterioran la salud y el desempeño.
Cuidar el descanso es hoy una necesidad sanitaria urgente. Ignorar el efecto del calor nocturno no solo compromete el bienestar individual, sino también la salud mental de toda la comunidad.
Michel Garat
Director carrera Enfermería Campus República
Universidad Andrés Bello




















