Por Carla Fica Chueca
Presidenta
Corporación Mujeres Líderes para Chile
Tuvieron que pasar casi 70 años desde el primer voto femenino, para que tras el plebiscito del 25 de octubre del 2020 se comenzara a discutir por primera vez en la historia de Chile la paridad de género en las elecciones. En medio de las aceptaciones, rechazos y confirmaciones por parte del Servicio Electoral de las y los candidatos, fueron apareciendo distintos análisis de la misma Ley, los que encendieron alertas dentro de las parlamentarias de diferentes bancadas y organizaciones feministas, quienes señalaron una interpretación antojadiza por parte del organismo en las aceptaciones de candidaturas a constituyentes, pues habían listas aceptadas y ratificadas que no cumplían con la alternancia mujer/hombre.
Chile está viviendo un proceso histórico por partida doble tanto por la Convención Constitucional, como también porque estaría a la vanguardia en temas de paridad de género que busca la reivindicación de las mujeres que estuvieron, están y seguirán haciendo historia.
A un poco más de dos meses de las elecciones que definirán a los y las redactoras de la nueva constitución, la respuesta del Servicio Electoral es inaceptable, y con ello queda al descubierto la improvisación en materia de paridad al no exigir y velar por que se cumpla la Ley, guardando bajo la alfombra todo el camino recorrido desde las interpelaciones en el Congreso Nacional sobre la Ley de Cuotas, hasta las miles de intervenciones públicas del Movimiento Feminista, quienes son las movilizadoras y guardianas activas de la actual Ley de Paridad.
Lo que se nos viene en el escenario electoral del 11 de Abril es código de supervivencia ante la aplicación ineficaz del Sistema Cebra, donde se emplea más bien la Ley de la Selva, en la que prima la ley del más fuerte, quedando a la deriva un sistema que debería garantizar un proceso constitucional en donde se respeten los mecanismos dispuestos y se garantice un real equilibrio entre hombres y mujeres.
El costo de la ineficaz aplicación de la Ley de Paridad es un bofetazo a la participación pública y política de las mujeres, quienes hemos estado relegadas al mundo privado, invisibilizadas y por tal, al final de la fila desde que existe historia de la humanidad. Hoy, históricamente y a nivel mundial, por primera vez estaríamos primeras en la fila política. Esto depende de que se cumpla la Ley bajo un mínimo: sólo con sistema de cebra, mujeres encabezando las listas y últimas en los distritos impares, estaremos primeras en la fila.