Por Álvaro Inostroza Bidart
La mejor manera de que una cinta ambientada durante una guerra termine siendo un manifiesto anti-bélico es mostrar lo que les pasa a sus participantes como seres humanos; porque de este modo queda en evidencia lo absurdo que son los enfrentamientos militares.
Esto lo logra magistralmente “1917”, cinta dirigida, escrita y producida por el cineasta británico Sam Mendes, que remece al espectador por su realismo y por escenas que, de tan fuertes, parecen ser sacadas de un mal sueño o de un viaje alucinatorio.
Mendes, de 54 años, se hizo ampliamente conocido por su ópera prima: “Belleza Americana” (1999); luego de lo cual dirigió otros seis largometrajes: “Camino a la Perdición” (2002), “Jar Head” (2005), también una notable cinta anti-bélica; “Ruta Revolucionaria” (2008), “Vamos Lejos” (2009), “007: Operación Skyfall” (2012) y “Espectro” (2015).
“1917” cuenta la historia de dos jóvenes cabos del Ejército inglés, en la Primera Guerra Mundial; Blake (Dean-Charles Chapman) y Schofield (George Mackay), que reciben una misión prácticamente impracticable directamente del General Erinmore (Colin Firth): deben llegar al frente de batalla al amanecer del día siguiente para avisarle al Coronel MacKenzie (Benedict Cumberbatch) que debe detener el ataque, porque los alemanes les tienen una trampa, en la cual podrían morir buena parte de los mil seiscientos soldados británicos, entre los cuales se encuentra el teniente Blake, hermano mayor de uno de los cabos.
De este modo, se inicia una travesía aterradora y alucinante de estos dos amigos, primero en las trincheras, con una cámara en mano que los sigue afiebradamente; luego a través de los campos repletos de soldados muertos y alambres de púas, en una visión de fin de mundo. Con posterioridad, la noche, con sus reflejos de fuego y sonidos extraños, continúa con esta desquiciado periplo, que claramente lleva a sus participantes a una realidad salida de una pesadilla. El encuentro con una patrulla a cargo del enigmático Capitán Smith (Mark Strong), todo comprensión y sabiduría, hace más extraño lo que deben vivir.
No menos surrealista y conmovedor es el canto prístino de un soldado, que canta a sus compañeros antes de la ofensiva, en el medio del bosque en el cual esperan. Una cinta estremecedora, tanto por su humanidad como por sus inolvidables imágenes.