Por Mariela López Medrano
Periodista
En la película española “To lie alone”, una psiquiatra da un golpe maestro al citar la siguiente frase: “Lo difícil de tener una enfermedad mental, es que la gente quiere que te comportes como si no la tuvieras”. Y este es el peor daño que se puede hacer; es como si a un diabético le dijeras que no tiene problemas con su glicemia o que a aquel que sufre de artrosis, no tiene por qué quejarse al tomar una taza.
En el tema de los padecimientos o de trastornos en la salud mental, tendemos a minimizar el problema, como si de esta forma se fuera a terminar, como si la persona que sufre de un dolor psíquico estuviera exagerando, y no que está luchando por terminar con una especie de tortura que atormenta a quien la experimenta.
Es común ver en las clínicas psiquiátricas que las visitas tratan de cambiar de tema, evadir lo que está sintiendo el paciente, como si fuese un tema prohibido. Un simple cómo te has sentido es suficiente y de ahí se pasa a temas banales. Y es que hablar de angustia, depresión, ansiedad o manía, requiere de mucho valor. Quizás todos nos enfrentamos a nuestros pequeños demonios al tocar estas temáticas.
La literatura científica está llena de explicaciones sobre cómo se produce la depresión, pero poco sobre la forma de apoyar. Una de las mejores técnicas es escuchar atentamente, y si el otro no quiere hablar solo abrazar. Por ningún motivo decir que esto pasará o que se está exagerando, que la vida no es tan terrible; que se trata de fuerza de voluntad. Tener depresión no es un estado pasajero o un simple “bajoneamiento”. Por algo su definición apunta a una profunda tristeza y pérdida de interés por todo.
En este sentido, una de las esperanzas más prometedoras es la psicoeducación, tanto para los pacientes, como para sus familiares. Consiste en educar e informar sobre las patologías y de esta forma entender lo que se está sintiendo, enfrentar con mejores herramientas y psicoeducar a los cercanos, para que éstos sepan cómo ayudar.
Nunca más se debe sufrir en silencio, porque tener un problema de salud mental es luchar contra el estigma y si a eso se añade que se debe minimizar la enfermedad, difícilmente se podrá sobrellevar con dignidad.